En Julio de 1979, Heidi fue admitida en el Dynamo Sports Club de Berlín, allí se hacía su sueño realidad de convertirse en lanzadora de peso, dos entrenamientos diarios y a mediados del segundo año sus entrenadores le dicen que tiene que empezar a tomar diariamente unas píldoras azules que son simples vitaminas para mantenerla saludable y con las defensas altas.
Ella estaba encantada de la preocupación de sus entrenadores y lo tomó como evidencia de que estaban contentos con su progreso. Casi de inmediato su cuerpo empezó a cambiar, crecieron sus músculos, y su cara, nariz y manos se alargaron. Su humor empezaba a ser una montaña rusa, tan pronto estaba contenta, como deprimida, como agresiva.
Los entrenadores les explicaban a ellas y sus padres que todas aquellas reacciones eran fruto de los duros entrenamientos, y en caso de que alguien cuestionara repetidamente sus palabras recibía la amenaza de la expulsión.
El número de tabletas iba en aumento, al mismo ritmo que los cambios en el cuerpo y el carácter de Heidi, convirtiéndola en una persona apenas irreconocible respecto a la niña delgada de antes de los entrenamientos. La cantidad diaría de hormona masculina que se le suministraba era ya de 30 miligramos, una cantidad muy superior a la que llegara a tomar por ejemplo el atleta Ben Johnson.
Pero mientras su vida personal se derrumbaba, su carrera como lanzadora de peso llegaba a la cima. En el Campeonato Europeo de Sttutgart en 1986 ganaba la medalla de oro con un lanzamiento de 21,10 metros. Aquel debería haber sido un momento de celebración y reivindicación de tantos años de duro trabajo, pero ya no se sentía a gusto con su cuerpo y era incapaz de manejar sus cambios de humor y sus ataques de pánico. Se acabó retirando en 1990, engrosando las listas de parados, una mujer rota.
Le llevó muchos años a Andreas Krieger, el nombre que Heidi eligió tras sus operaciones de cambio de sexo en 1997, descubrir lo que habían hecho con ella en el Dynamo Club. Los documentos secretos sobre el sistema de deportes fueron sacados a la luz tras la caida del muro de Berlín en 1989. Así Heidi descubrió que las píldoras azules no eran vitaminas sino un esteroide anabolizante llamado Oral-Turinabol.
Krieger no fue la única engañada a base de píldoras azules. Los archivos secretos revelan que más de 10000 atletas fueron dopados con Oral-Turinabol en un periodo de 20 años. “Ellos no se preocupaban sobre los peligros ó los daños a nuestra salud. Nosotros solo éramos cerdos en un gran experimento que fue realizado con el fin de construir el prestigio de las clases políticas y el sistema comunista. Parece increible que ellos prepararan el sacrificio de tanto jóvenes vulnerables para sus propios fines”.
Fuente: http://www.sillonball.es/heidikrieger-las-secuelas-del-dopaje-tras-el-muro
Que horrible! pobre chica y ahora pues qué le quedó mas que convertirse realmente en lo que su cuerpo se fue transformando. Impresionante.
ResponderEliminarhola k, yo creo que cuando el deporte profesional es tan competitivo y además sirve para publicitar a un país o una persona deja de ser deporte y se convierte en un negocio donde las personas no importan. Es muy triste en lo que convirtieron al deporte.
ResponderEliminarsaludos