En la mitología griega, Aquiles nieto de Éaco (en griego antiguo Ἀχιλλεύς Αἰακίδης, Akhilleus Aiakidēs, también transliterado como Aquileo) fue un héroe de la Guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grande guerrero de la Ilíada de Homero. En la célebre obra homérica, Aquiles suele ser calificado como el de los pies ligeros, ya que se le consideraba el más veloz de los hombres.
Leyendas posteriores (empezando por un poema de Estacio del siglo I) afirman que Aquiles era invulnerable en todo su cuerpo salvo en su talón. Estas leyendas sostienen que Aquiles murió en batalla al ser alcanzado por una flecha envenenada en el talón, de donde la expresión «talón de Aquiles» ha llegado a aludir a la única debilidad de una persona.
Aquiles también es famoso por ser el más «hermoso» de los héroes reunidos en Troya, así como el más rápido. En su mito es crucial su relación con Patroclo, descrita en fuentes diferentes como profunda amistad o amor.
La Ilíada de Homero es el relato más famoso de las hazañas de Aquiles en la Guerra de Troya. La épica homérica sólo abarca unas pocas semanas de la guerra y no narra la muerte de Aquiles. Comienza con su retirada de la batalla tras ser deshonrado por Agamenón, el comandante de las fuerzas aqueas. Agamenón había tomado a una mujer llamada Criseida como esclava, y el padre de ésta, Crises, un sacerdote de Apolo, le rogó que se la devolviera. Agamenón se negó y Apolo envió una plaga entre los griegos. El profeta Calcante determinó correctamente la fuente de los problemas pero no quiso hablar a menos que Aquiles jurase protegerle. Aquiles así lo hizo, por lo que Calcante declaró que Criseida debía ser devuelta a su padre. Agamenón accedió, pero exigió entonces que la esclava de Aquiles, Briseida, debía dársele como reemplazo. Enfadado por esta deshonra (y como dice más tarde, porque amaba a Briseida) y a instancias de Tetis, Aquiles se negó a luchar y llevar a sus mirmidones junto a las fuerzas griegas.
Como la batalla se volvió contra los griegos, Néstor declaró que si Agamenón no hubiese enfadado a Aquiles, los troyanos no estarían ganando, y le pidió que le aplacase. Agamenón accedió y envió a Odiseo y a otros dos jefes para ofrecer a Aquiles la devolución de Briseida y otros obsequios. Aquiles los rechazó tercamente y pidió a los griegos que navegaran de vuelta a casa como él estaba planeando hacer.
Sin embargo, deseando conservar su gloria a pesar de su ausencia de la batalla, finalmente Aquiles rezó a su madre Tetis, pidiéndole que rogase a Zeus que permitiese a los troyanos hacer retroceder a las fuerzas griegas. Los troyanos, dirigidos por Héctor, hicieron así retroceder al ejército griego hasta las playas y asaltaron sus barcos. Con las fuerzas griegas al borde de la destrucción absoluta, Aquiles accedió a que Patroclo llevase a los mirmidones a la batalla, aunque él permanecería en su tienda. Patroclo logró repeler a los troyanos de las playas, pero murió a manos de Héctor antes de que lograsen asaltar realmente la ciudad de Troya.
Tras recibir de Antíloco, el hijo de Néstor, la noticia de la muerte de Patroclo, Aquiles lloró sobre el cuerpo de su amigo. Su madre Tetis vino a consolar al afligido Aquiles, persuadiéndole para que Hefesto le hiciese una nueva armadura, en lugar de la que Patroclo había llevado y que fue arrebatada por Héctor. La nueva armadura incluía el escudo de Aquiles, descrito con gran detalle por el poeta.
Enfurecido por la muerte de Patroclo, Aquiles terminó con su negativa a luchar y regresó al campo de batalla matando muchos hombres en su ira, pero siempre buscando a Héctor. Incluso luchó contra el dios fluvial Escamandro, que se enfadó porque estaba obstruyendo sus aguas con todos los hombres que mataba. El dios intentó ahogarle pero fue detenido por Hera y Hefesto. El propio Zeus advirtió la furia de Aquiles y envió a los dioses para contenerlos, pues Troya no debía destruirse aún. Finalmente Aquiles encontró a su víctima y persiguió a Héctor alrededor de las murallas de Troya. Dieron tres vueltas en torno a ellas hasta que Atenea tomó la forma de Deífobo, hermano de Héctor y así convenció a este último para luchar cara a cara contra Aquiles. Aquiles obtuvo su venganza y mató a Héctor clavándole la lanza en el cuello. Entonces ató el cuerpo a su carro y lo arrastró por el campo de batalla durante nueve días. Luego presidió los juegos funerarios en honor de Patroclo.
Con la ayuda del dios Hermes, Príamo, el padre de Héctor, fue a la tienda de Aquiles y le convenció de que le permitiese celebrar los ritos funerarios de su hijo. El pasaje final de La Ilíada es el funeral de Héctor, tras el que la caída de Troya es sólo una cuestión de tiempo.
Aquiles, tras su tregua temporal con Príamo, luchó y mató a la reina guerrera amazona Pentesilea.
Tras la muerte de Patroclo, el compañero más cercano de Aquiles pasó a ser Antíloco, el hijo de Néstor. Cuando Memnón de Etiopía mató a Antíloco, Aquiles irrumpió de nuevo en el campo de batalla buscando venganza. La lucha entre Aquiles y Memnón por Antíloco se hace eco de la de Aquiles y Héctor por Patroclo, salvo porque Memnón (a diferencia de Héctor) es también hijo de una diosa, como Aquiles. Muchos investigadores homéricos argumentan que este episodio inspiró muchos detalles de La Ilíada sobre la descripción de la muerte de Patroclo y la reacción de Aquiles. El episodio formó así la base de la épica cíclica Etiópida, que fue compuesta tras La Ilíada, posiblemente el siglo VII a. C. La Etiópida se ha perdido, salvo por fragmentos dispersos citados por autores posteriores. Quinto de Esmirna también nos da un tratamiento épico a la muerte de Memnón y a la inmortalidad entonces concedida por Zeus, así como una descripción lírica del extremo dolor de sus compatriotas.
Como había predicho Héctor en su último aliento, Paris mató más tarde a Aquiles, bien con una flecha (en el talón según Estacio) o con un cuchillo por la espalda cuando visitaba a Políxena, una princesa troyana. En algunas versiones, el dios Apolo guiaba la flecha de Paris, o bien era Apolo el que lo mataba sin intervención de Paris.
Sus huesos fueron mezclados con los de Patroclo, y se celebraron juegos funerarios. Aquiles fue representado en la perdida épica de la Guerra de Troya de Arctino de Mileto viviendo tras su muerte en la isla de Leuce en la desembocadura del Danubio.
Más tarde Filoctetes mató a Paris usando el enorme arco de Heracles.
Leyendas posteriores (empezando por un poema de Estacio del siglo I) afirman que Aquiles era invulnerable en todo su cuerpo salvo en su talón. Estas leyendas sostienen que Aquiles murió en batalla al ser alcanzado por una flecha envenenada en el talón, de donde la expresión «talón de Aquiles» ha llegado a aludir a la única debilidad de una persona.
Aquiles también es famoso por ser el más «hermoso» de los héroes reunidos en Troya, así como el más rápido. En su mito es crucial su relación con Patroclo, descrita en fuentes diferentes como profunda amistad o amor.
La Ilíada de Homero es el relato más famoso de las hazañas de Aquiles en la Guerra de Troya. La épica homérica sólo abarca unas pocas semanas de la guerra y no narra la muerte de Aquiles. Comienza con su retirada de la batalla tras ser deshonrado por Agamenón, el comandante de las fuerzas aqueas. Agamenón había tomado a una mujer llamada Criseida como esclava, y el padre de ésta, Crises, un sacerdote de Apolo, le rogó que se la devolviera. Agamenón se negó y Apolo envió una plaga entre los griegos. El profeta Calcante determinó correctamente la fuente de los problemas pero no quiso hablar a menos que Aquiles jurase protegerle. Aquiles así lo hizo, por lo que Calcante declaró que Criseida debía ser devuelta a su padre. Agamenón accedió, pero exigió entonces que la esclava de Aquiles, Briseida, debía dársele como reemplazo. Enfadado por esta deshonra (y como dice más tarde, porque amaba a Briseida) y a instancias de Tetis, Aquiles se negó a luchar y llevar a sus mirmidones junto a las fuerzas griegas.
Como la batalla se volvió contra los griegos, Néstor declaró que si Agamenón no hubiese enfadado a Aquiles, los troyanos no estarían ganando, y le pidió que le aplacase. Agamenón accedió y envió a Odiseo y a otros dos jefes para ofrecer a Aquiles la devolución de Briseida y otros obsequios. Aquiles los rechazó tercamente y pidió a los griegos que navegaran de vuelta a casa como él estaba planeando hacer.
Sin embargo, deseando conservar su gloria a pesar de su ausencia de la batalla, finalmente Aquiles rezó a su madre Tetis, pidiéndole que rogase a Zeus que permitiese a los troyanos hacer retroceder a las fuerzas griegas. Los troyanos, dirigidos por Héctor, hicieron así retroceder al ejército griego hasta las playas y asaltaron sus barcos. Con las fuerzas griegas al borde de la destrucción absoluta, Aquiles accedió a que Patroclo llevase a los mirmidones a la batalla, aunque él permanecería en su tienda. Patroclo logró repeler a los troyanos de las playas, pero murió a manos de Héctor antes de que lograsen asaltar realmente la ciudad de Troya.
Tras recibir de Antíloco, el hijo de Néstor, la noticia de la muerte de Patroclo, Aquiles lloró sobre el cuerpo de su amigo. Su madre Tetis vino a consolar al afligido Aquiles, persuadiéndole para que Hefesto le hiciese una nueva armadura, en lugar de la que Patroclo había llevado y que fue arrebatada por Héctor. La nueva armadura incluía el escudo de Aquiles, descrito con gran detalle por el poeta.
Enfurecido por la muerte de Patroclo, Aquiles terminó con su negativa a luchar y regresó al campo de batalla matando muchos hombres en su ira, pero siempre buscando a Héctor. Incluso luchó contra el dios fluvial Escamandro, que se enfadó porque estaba obstruyendo sus aguas con todos los hombres que mataba. El dios intentó ahogarle pero fue detenido por Hera y Hefesto. El propio Zeus advirtió la furia de Aquiles y envió a los dioses para contenerlos, pues Troya no debía destruirse aún. Finalmente Aquiles encontró a su víctima y persiguió a Héctor alrededor de las murallas de Troya. Dieron tres vueltas en torno a ellas hasta que Atenea tomó la forma de Deífobo, hermano de Héctor y así convenció a este último para luchar cara a cara contra Aquiles. Aquiles obtuvo su venganza y mató a Héctor clavándole la lanza en el cuello. Entonces ató el cuerpo a su carro y lo arrastró por el campo de batalla durante nueve días. Luego presidió los juegos funerarios en honor de Patroclo.
Con la ayuda del dios Hermes, Príamo, el padre de Héctor, fue a la tienda de Aquiles y le convenció de que le permitiese celebrar los ritos funerarios de su hijo. El pasaje final de La Ilíada es el funeral de Héctor, tras el que la caída de Troya es sólo una cuestión de tiempo.
Aquiles, tras su tregua temporal con Príamo, luchó y mató a la reina guerrera amazona Pentesilea.
Tras la muerte de Patroclo, el compañero más cercano de Aquiles pasó a ser Antíloco, el hijo de Néstor. Cuando Memnón de Etiopía mató a Antíloco, Aquiles irrumpió de nuevo en el campo de batalla buscando venganza. La lucha entre Aquiles y Memnón por Antíloco se hace eco de la de Aquiles y Héctor por Patroclo, salvo porque Memnón (a diferencia de Héctor) es también hijo de una diosa, como Aquiles. Muchos investigadores homéricos argumentan que este episodio inspiró muchos detalles de La Ilíada sobre la descripción de la muerte de Patroclo y la reacción de Aquiles. El episodio formó así la base de la épica cíclica Etiópida, que fue compuesta tras La Ilíada, posiblemente el siglo VII a. C. La Etiópida se ha perdido, salvo por fragmentos dispersos citados por autores posteriores. Quinto de Esmirna también nos da un tratamiento épico a la muerte de Memnón y a la inmortalidad entonces concedida por Zeus, así como una descripción lírica del extremo dolor de sus compatriotas.
Como había predicho Héctor en su último aliento, Paris mató más tarde a Aquiles, bien con una flecha (en el talón según Estacio) o con un cuchillo por la espalda cuando visitaba a Políxena, una princesa troyana. En algunas versiones, el dios Apolo guiaba la flecha de Paris, o bien era Apolo el que lo mataba sin intervención de Paris.
Sus huesos fueron mezclados con los de Patroclo, y se celebraron juegos funerarios. Aquiles fue representado en la perdida épica de la Guerra de Troya de Arctino de Mileto viviendo tras su muerte en la isla de Leuce en la desembocadura del Danubio.
Más tarde Filoctetes mató a Paris usando el enorme arco de Heracles.
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