Nacido en Teruel en 1871, Chomón emprende, al parecer, estudios de ingeniería, aunque se duda si los concluyó. Entre 1895 y 1897 hizo un viaje a París. En esta ciudad descubre el Cinematógrafo de los hermanos Lumière y conoce a la vedette Julienne Mathieu, con quien se casaría.
Entre 1897 y 1898 cumple el servicio militar en Cuba y a su regreso a París a fines de 1899 se interesa por el nuevo invento. Ayudando a su esposa, que trabajaba en los talleres de coloreado a mano fotograma a fotograma de las películas de Méliès, diseña unas plantillas de celuloide que facilitaban este trabajo y conseguían mayor precisión en la delimitación del color. Este sistema, con ligeros cambios, fue patentado más tarde por la casa Pathé con el nombre de «Pathécolor».
En 1902 se instala en Barcelona e inaugura un taller que comercializa su sistema de coloreado. Fabrica su propia cámara cinematográfica y filma una película en la que utiliza el trucaje de maquetas: Choque de trenes. Del mismo año data Monserrat.
Al año siguiente rueda varios cuentos fantásticos inspirados en los cuentos de la editorial Calleja, donde explora la doble exposición y las sobreimpresiones para conseguir en el mismo plano efectos de gigantismo en películas como Pulgarcito y Gulliver en el país de los Gigantes, ambas de 1903.
También en esta época perfecciona la técnica del paso de manivela, que consiste en obtener tomas fotograma a fotograma para comprimir el tiempo, y la utiliza en Eclipse de sol (1905).
En esta primera etapa barcelonesa, se asocia a Macaya y Marro, incipientes productores catalanes en la Hispano Films, que se dedicaban a filmar temas realistas populares o históricos. Para ellos realiza películas como Los guapos del parque, Se da de comer o Los sitios de Chile, todas del mismo año de 1905.
Viaja de nuevo a París contratado por la Pathé Frères, productora que, en este momento, es la más importante del mundo debido al monopolio que ejercía sobre el celuloide virgen. Volvió a España puntualmente para rodar la boda de Alfonso XIII, pero es en los estudios franceses donde realiza algunas de sus obras maestras. Lo hace como operador de cámara y director de trucajes para las películas fantásticas de la época, terreno en el que se había establecido un duelo cerrado con la productora de Méliès que se mantendría hasta finales de esta primera década del siglo. La Pathé, para competir con el mago del cine, recurrió al director Ferdinand Zecca y a Segundo de Chomón, entre otros cineastas.
De esta etapa son sus efectos especiales para La gallina de los huevos de oro (1905), dirigida por Albert Capellani; El hijo del diablo (1906), de Lépine y Excursión a la luna, El pescador de perlas y Vida y pasión de Nuestro Señor Jesucristo, todas ellas de Ferdinand Zecca. En esta última película aparece la utilización consciente del travelling en interiores sobre una plataforma con ruedas. La diferencia es sustancial, pues colocar la cámara en un medio de transporte (tranvía, barco o tren) era un procedimiento consabido desde las primeras cintas documentales de los reporteros contratados por los Lumière.
Alarde equilibrista, de 1908, se basa en tomas cenitales para fingir números de circo. El mismo año realiza Escultor moderno, El castillo encantado, El teatro de Bob y ya en 1909, El sueño de un cocinero, películas en las que desarrolla técnicas de animación, tanto de objetos como de dibujos y de animación de arcilla.
Pero su obra más conseguida para la Pathé es El hotel eléctrico, de 1908. Con 140 metros de longitud, supone la cumbre del procedimiento del paso de manivela, con el que se consigue dotar a los objetos de vida propia. En el mundo del progreso tecnológico, todo está automatizado en un hotel a la última, donde los cepillos peinan solos, los zapatos se atan sus cordones y todos los electrodomésticos de la suite trabajan por sí solos.
Otro título interesante de esta época es Una excursión incoherente (1909), que conecta con los primeros escarceos vanguardistas parisinos, que llevaron a cabo un grupo llamado los "Incoherentes", precursores de dadaístas y surrealistas.
En 1910 regresa a Barcelona, donde forma sociedad con el empresario de variedades Joan Fuster Garí. Con esta productora rodó un total de 37 películas de asunto popular. Las hay cómicas (Venganza de un carbonero, La fecha de Pepín), históricas (El ejemplo, Pragmática real, Justicias del rey don Pedro), melodramáticas (La expiación, Amor gitano, La manta del caballo, El puente de la muerte, La hija del guardacostas) y fantásticas (La gratitud de las flores).
También adapta sainetes y zarzuelas, contribuyendo a sentar las bases de un cierto cine español de alcance popular con títulos como Los guapos, El puñao de rosas, Las carceleras, La tempranica y El pobre Valbuena.
En junio de 1910 comienza a trabajar por cuenta propia para la casa Pathé, de la que es nombrado concesionario. Esta situación se materializa en títulos como Lucha fratricida o Nobleza Aragonesa, Los pobres de levita, Los dulces de Arturo, Una farsa de Colás o Flema inglesa. En noviembre rompe con su socio Fuster, lo que le deja sin estudios de rodaje, circunstancia que aprovechará para rodar documentales como La heroica Zaragoza o Gerona: la Venecia española.
La Pathé acude en su auxilio y obtiene para él un estudio-productora a su medida, la "Ibérico", para la que realiza once películas entre agosto de 1910 y marzo de 1912. En él se producen avances técnicos muy importantes, lo que se observa en la minucia de los detalles técnicos que contienen los guiones autógrafos conservados. Sus estructuras narrativas ganan en complejidad haciéndose progresivamente más elaboradas. Las escaletas de montaje de filmes como El talismán del vagabundo o Soñar despierto prevén una amplia gradación en la escala de planos y estudiados efectos de raccord o continuidad cinematográfica. También flash-back o analepsis y flash-forward o prolepsis y montajes de acciones paralelas en persecuciones.
También de esta etapa es su colaboración en El gusano solitario (Escamillo à le ver solitaire) de 1912, con un filme del más importante de los cómicos del cine mudo de esta época, el francés André Deed. Solo Max Linder después y la Gran Guerra, sumirían en el olvido el cine cómico europeo, asolado tras el conflicto mundial. Se trató de una película delirante, llena de situaciones absurdas, efectos de cámara y trucajes, de los que se encargó con gran solvencia Segundo de Chomón.
En la primavera de 1912 acepta la oferta de la turinesa "Itala Films" de Pastrone para trabajar como operador técnico en efectos especiales. Participa en varios títulos del empresario, productor y director italiano, empezando por Padre (1912). Sin embargo, destaca especialmente su labor para la gran superproducción de 1914 Cabiria, donde Chomón, como director de los trucajes y primer operador de cámara, tuvo una participación muy relevante. Como ejemplo, cabe decir que realizó la secuencia de la erupción del Etna, y el resultado fue de un gran realismo, recurriendo para ello al efecto schüfftan, llamado así por su inventor, Eugen Schüfftan, que consiste en impresionar solo una parte del fotograma, habitualmente utilizando maquetas. También perfeccionó el travelling en interiores sobre rieles para dar magnificencia a los decorados de los templos orientales y desarrolló la iluminación expresionista, que dotaba de relieve a los rostros de los actores y a los detalles del decorado.
En 1914 se desencadena la Primera Guerra Mundial, conflicto en el que entrará Italia al año siguiente. Esta conflagración provocará una profunda crisis de la industria cinematográfica europea que afectará al cine italiano debido, sobre todo, al extraordinario aumento de los costes del celuloide. Los estudios Itala Film serán reconvertidos en hospital. Pese a la disminución de la producción cinematográfica Chomón seguirá trabajando a las órdenes de Pastrone en películas como El fuego (1915), Tigre real (1916, La guerra y el sueño de Momi (1916), en la que aprovechó su experiencia para rodar animación de muñecos mediante el paso de manivela, o Hedda Gabler (1919).
Entre 1919 y 1921 se desvincula de la Itala para trabajar por cuenta propia como socio de la productora del artista de circo Luciano Albertini, Albertini Film.
En 1923 se traslada a París. Allí trabaja en colaboración con Ernest Zollinger, ingeniero suizo, en un sistema de cine en color por el que obtuvo la medalla de oro de la Exposición Internacional de Fotografía, Óptica y Cinematografía de Turín. Tres años después interviene en el rodaje de la gran superproducción del cine francés Napoleón (1927), de Abel Gance.
Su última coloboración fue en el cine español, para El negro que tenía el alma blanca (1926) de Benito Perojo, en la que se ocupa de la secuencia onírica en la que Concha Piquer sueña con un gigantesco simio.
Al final de su carrera experimentaría con sistemas de cine en color, como el desarrollo del procedimiento Keller-Dorian en 1928 en Marruecos. Allí contrae la enfermedad de la que murió al año siguiente en París.
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