En 1874 el joven Herbert George Wells vivió un hecho que tendría notables repercusiones en su futuro: Sufrió un accidente que lo dejó en cama con una pierna quebrada. Para matar el tiempo, empezó a leer libros de la biblioteca local que le traía su padre. Se aficionó a la lectura y comenzó a desear escribir. Ese mismo año entró a una academia comercial llamada Thomas Morley's Commercial Academy, en la que continuó hasta 1880.
En 1877 su padre sufrió un accidente que le impidió ganarse la vida como lo hacía hasta entonces. Ello condujo a que Herbert y sus hermanos comenzaran a emplearse en diversos oficios. Fue así como entre 1881 y 1883 llegó a ser aprendiz de una tienda de textiles llamada Southsea Drapery Emporium: Hyde's, experiencia que se ve reflejada en sus novelas The Wheels of Chance (1896) y Kipps: The Story of a Simple Soul (1905) cuyo protagonista es aprendiz textil.
En 1883 se enroló en la escuela de gramática Midhurst de Sussex Occidental como alumno y tutor, donde continuó su avidez por la lectura.
En 1884 obtuvo una beca para estudiar Biología en el Royal College of Science de Londres, donde tuvo como profesor a Thomas Henry Huxley. Estudió allí hasta 1887. Wells mismo recordando esa época habla de haber sufrido hambre constantemente.
En este período también ingresa a un club de debate de la escuela llamado Debating Society, donde expresa su interés en una transformación de la sociedad. Formó parte de los fundadores de The Science School Journal, una revista en la que dio a conocer sus postulados en literatura y en temas sociales. Fue en ella que vio la luz por primera vez su novela La máquina del tiempo, pero con el título original: The Chronic Argonauts (Los Argonautas Crónicos).
Al fallar en el examen de geología en 1887, perdió la beca. Por eso no fue sino hasta 1890 que recibió el título de grado en zoología del Programa Externo de la Universidad de Londres.
Sin la beca, es decir sin ingresos, se fue a vivir a casa de una pariente llamada Mary, prima de su padre, donde se interesó en la hija de ésta, Isabel. Entre 1889 y 1890 fue profesor de la Henley House School.
Fue uno de los fundadores de la Royal College of Science Association, siendo su primer presidente en 1909.
Su relación con Rebecca West, que duró diez años, dio por fruto un hijo, Anthony West, nacido en 1914.
Al contraer tuberculosis abandonó todo para dedicarse a escribir, llegando a completar más de cien obras. Se le considera uno de los precursores de la ciencia-ficción y sus primeras obras tuvieron ya por tema la fantasía científica, descripciones proféticas de los triunfos de la tecnología y comentarios sobre los horrores de las guerras del siglo XX: La máquina del tiempo (The Time Machine, 1895), su primera novela, de éxito inmediato, en la que se entrelazaban la ciencia, la aventura y la política; El hombre invisible (The Invisible Man, 1897); La guerra de los mundos (The War of the Worlds, 1898) y Los primeros hombres en la luna (The First Men in the Moon, 1901). Muchas de ellas dieron origen a varias películas.
A la vez se interesó por la realidad sociológica del momento, especialmente por la de las clases medias, defendiendo los derechos de los marginados y luchando contra la hipocresía imperante, que dibujó con cariño, compasión y sentido del humor en novelas como Love and Mr. Lewisham (1900), Kipps, the Story of a Simple Soul (1905) y Mr. Polly (1910), novela de extenso retrato de los personajes en la que, como en Kipps, describe con fina ironía el fracaso de las aspiraciones sociales de sus protagonistas.
La gran mayoría de sus restantes libros pueden clasificarse como novelas sociales. Entre ellas se encuentran Ana Verónica (Ann Veronica 1909), en la que defiende los derechos de las mujeres, Tono Bungay (1909), un ataque al capitalismo irresponsable, y Mr. Britling va hasta el fondo (1916), que describe la reacción del inglés medio ante la guerra.
Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), redactó la historia de la humanidad en tres partes, Outline of History (1920), en la que colaboró Julian Huxley.
A lo largo de toda su vida Wells se preocupó, y dejó amplia constancia de ello, de la supervivencia de la sociedad contemporánea. Durante un breve período fue miembro de la Sociedad Fabiana. Aunque creyó firmemente en la utopía según la cual las vastas y terroríficas fuerzas materiales puestas a disposición del ser humano podían ser controladas por la razón y utilizadas para el progreso y la igualdad entre los habitantes del mundo, poco a poco fue volviéndose más pesimista y cesó su pertenencia a dicha sociedad. Así dedicó su obra 42 to 44 (1944) a la crítica de muchos de los líderes mundiales del tiempo. Por otro lado, en El destino del homo sapiens (1945) expresaba las dudas acerca de la posibilidad de supervivencia de la raza humana. Escribió asimismo Experimento en autobiografía (1934) antes de su muerte acaecida el 13 de agosto de 1946, en Londres.
H.G. Wells fue toda su vida un izquierdista convencido. De hecho, su primera novela, La máquina del tiempo (1895), trataba fundamentalmente la lucha de clases. Los hermosos Eloi eran descendiente de los antiguos capitalistas, y los Morlocks de los proletarios, enterrados junto con las máquinas y la industria y que, en la novela, acaban por dominar a sus antiguos opresores.
Convencido de la necesidad de un sistema social más justo, se uniría a la Sociedad Fabiana, cuyo objetivo era instaurar el socialismo de forma pacífica, si bien diferencias con ciertos miembros (por ejemplo Bernard Shaw) acabaron por distanciarlo del grupo.
Wells criticó también la hipocresía y la rigidez de la época victoriana, así como el imperialismo británico y en su novela Ana Verónica (1909) se adelanta a lo que serían los movimientos de liberación femeninos.
Wells estaba convencido de que la especie humana podría ser mejorada gracias a la ciencia y a la educación. Sin embargo, no cayó en la ingenuidad de muchos de sus contemporáneos y fue uno de los primeros pensadores que advirtió del peligro de confiar ciegamente en las máquinas. Siempre postuló que era el hombre quien debería dominar a las máquinas, y no al revés.
Durante la última época de su vida, Wells asumió la tarea de defender en escritos y conferencias todo aquello que considerara positivo para el progreso, así como en criticar los grandes conflictos bélicos que asolaron Europa.
Toda la obra de H.G. Wells está influenciada por sus profundas convicciones. En La máquina del tiempo (1895) abordó el tema de la lucha de clases; en La isla del doctor Moreau (1896) y en El hombre invisible (1897), los límites éticos de la ciencia y la obligación del científico de actuar de forma ética más allá del poder que le otorgan sus descubrimientos; en La guerra de los mundos (1898), la crítica de los usos y costumbres de la época victoriana y las prácticas imperialistas británicas. Esto en lo que respecta a sus primeras novelas, que lo han convertido en uno de los más grandes escritores de ciencia ficción.
A partir de 1900 comenzó a escribir novelas que describían la vida de las gentes humildes, entre las que se encuentra Ana Verónica (1909), en la que aborda el tema de la liberación de la mujer.
Además de sus novelas, escribió ensayos de carácter enciclopédico como El perfil de la historia (1919) o La conspiración abierta (1922) y, si bien jamás desistió en su intento de crear un mundo más justo y solidario, sus últimos escritos El destino del homo sapiens (1939) y La mente a la orilla del abismo (1945) están marcados por un pesimismo fruto de contemplar una humanidad que, por ambición y odio, se destruye a sí misma.
El estilo literario de Wells, sin embargo, no está a la altura de los temas que trata, y es a estos últimos que debe su fama como escritor. Según él, lo que cuenta es lo que se escribe, no cómo se escribe. Como él mismo dijo:
«Yo hago honradamente lo que puedo por evitar repeticiones en mi prosa y cosas así pero, quitando un pasaje de altura, no veo el interés de escribir por la belleza del lenguaje sin más.»
Poseyó también vocación de historiador, público dos obras : Breve historia del mundo y Esquema de la historia universal, ambos comienzan en la creación de la Tierra, extendiéndose el primero hasta la formación de la Sociedad de Naciones y la segunda hasta la caída de la Alemania nazi.
En 1997 fue incluido en el Salón de la Fama de la ciencia ficción con carácter póstumo en reconocimiento a su obra pionera en el género. Igualmente se ha reconocido su influencia en muchos otros eventos, como en el hecho de que aparezca reseñado en la encuesta Locus de 1997 como uno de los mejores autores de ciencia ficción de todos los tiempos, y en el que sus obras La máquina del tiempo y La guerra de los mundos obtuvieran también esa distinción en la encuesta realizada en 1998, todo un siglo después de la publicación de la segunda de ellas.
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