jueves, 12 de enero de 2012

LUISE RAINER, LA REBELDE

 
No conocía a esta actriz, pero estas fotos y su historia me despertaron curiosidad... ahí va su historia cuando hoy cumple 102 años.

Tenía 28 años y un contrato que la ataba a la Metro cuando se plantó ante el hombre más poderoso de Hollywood con un reclamo bien concreto: estaba harta de que el estudio sólo le confiara papeles en melodramas o en comedias triviales que no estaban a la altura de su prestigio: al fin, era la primera y única actriz que hasta ese momento había ganado el Oscar dos años seguidos, quería desarrollarse, ser madame Curie o la heroína de  Casa de muñecas  . Louis B. Mayer la amenazó: "Nosotros te hicimos; podemos matarte". Ella no se amilanó: "Fue Dios quien me hizo, señor Mayer, y estoy todavía en mis veinte; usted es un hombre viejo: cuando yo cumpla 40, ya estará muerto". La escena, claro, puso fin a la relación de Luis Rainer con Hollywood. Se fue a Broadway sin que le importara demasiado clausurar una carrera cinematográfica que había sido tan fulgurante: nunca había querido ser una estrella. Tampoco quería seguir desperdiciando su talento en papeles, como los de  Escuela dramática  (Robert Sinclair), la última película que filmó para la Metro en 1938, el mismo año de su discusión con Mayer. Sólo volvería al cine dos veces: una, en 1943, para  Hostages  , mediocre film de ambiente bélico producido por Paramount; la otra, cincuenta y cuatro años después, para una versión de  El jugador  , de Dostoievski, debida al húngaro Karoly Makk; allí le bastaban diez minutos para robarse la película como la abuela que saborea el placer de jugar a la ruleta por primera vez.

 Por algo ya era a los 19 años -había nacido en Düsseldorf el 12 de enero de 1910- la actriz más aplaudida del elenco de Max Reinhart. Allí la descubrió Clarence Brown, el director favorito de Greta Garbo, y se la llevó a Hollywood, donde firmó un contrato de siete años con MGM. Menuda, bonita y con una exquisitez expresiva que la distinguía entre las intérpretes de su época, entusiasmó a Irving Thalberg, que le dio su respaldo, aunque Mayer apenas soportaba el espíritu independiente y combativo de la chica. Su primer film norteamericano,  Escapade  (1935, titulado aquí  La mujer desnuda  ), no tuvo demasiado éxito. Pero en seguida le tocó encarnar en  El gran Ziegfeld  a la esposa del famoso empresario teatral y bastó una escena -su primer plano en el teléfono tratando de ocultar la pena mientras oye a su marido decirle que la abandona por otra- para consagrarla y darle el Oscar. Con  La buena tierra  , su tercer film, volvió a sorprender por la elaboración interior del personaje (una técnica que anticipaba el "método") y le arrebató el Oscar a la Camille de Greta Garbo, actriz a la que admiraba. Hollywood todavía lo recuerda. Ella también: hace pocos días revivió ésa y otras historias -por ejemplo, su amistad con Einstein, Chaplin, Henry Miller y Anaïs Nin o la invitación que Fellini le formuló para sumarse al elenco de  La dolce vita  -, ante un periodista que la visitó en su piso londinense de Belgravia.


 Supone que si Thalberg no hubiera muerto en 1936 su carrera habría sido más extensa y rica, pero no se arrepiente de haberse rebelado contra el  star system  . Lo que, sí, lamenta es haber donado hace años todos sus papeles -entre ellos la partitura de  Porgy  & Bess  que le regaló Gershwin- a la universidad de Boston. "No me imaginaba -dice- que iba a vivir tantos años."

"For my second and third pictures I won Academy Awards. Nothing worse could have happened to me.The Oscar is not a curse. The real curse is that once you have an Oscar they think you can do anything." (Por mi segunda y tercera películas gané el premio de la Academia. Nada peor pudo pasarme. El Óscar no es una maldición. La verdadera maldición es que una vez ganado el Oscar piensan que uno puedo hacer de todo).

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