martes, 29 de mayo de 2012

LA CONQUISTA DEL EVEREST

El Everest, con sus 8848 m de altitud, es la montaña más alta del mundo. En la región, este pico del Himalaya, al que los ingleses dieron el nombre de Everest en honor del topógrafo de la India del siglo XIX que midió por primera vez su altitud, es más conocido por Chomolungma, o "Diosa Madre del Mundo". Chomolungma se alza entre el Tíbet y Nepal, y, fianqueado por otras cimas inmensas, aparece inconquistable e inaccesible. "En primer lugar, sería necesario encontrar la montaña", decía el alpinista inglés George Mallory, antes de su precursora expedición de 1921.

Mallory encontró el Everest, pero en 1924 perdió la vida en su intento de escalarlo. En el curso de los tres decenios siguientes, no menos de otras nueve expediciones debieron declararse vencidas por las aterradoras dificulta des que presenta: abruptas paredes de roca, gruesas capas de nieve en polvo, furiosas ventiscas, un frío cruel y penetrante, y una altitud tal que los pulmones no pueden soportarla.
 A pesar de ello, cuando la Royal Geographical Society y el Club Alpino designaron al coronel John Hunt, de 42 años, para que capitanease la expedición británica de 1953 al monte Everest, centenares de montañistas le ofrecieron sus servicios.

De ellos, diez fueron aceptados: Charles Evans, cirujano del cerebro, hombre pelirrojo de 33 años de edad; Charles Wylie, de 32, silencioso militar; Alfred Gregory, de 39, agente viajero, hombre atildado y de corta estatura; Wilfrid Noycc, de 34, tímido maestro de escuela; Tom Bourdillon, de 28, físico corpulento pero ágil; Michacl Westmacott, de 27, especialista en estadísticas y dueño de una insuperable técnica montañista; y George Band, de 23, que fue presidente del Club de Alpinismo de la Universidad de Cambridge y a quien Hunt consideraba "el moiitañista más brillante de Inglaterra". Hunt, que necesitaba hombres con experiencia en la nieve y el hielo, tuvo que buscar a los tres últimos expedicionarios fuera de las Islas Británicas.

Dos neozelandeses satisfacían los requisitos: George Lowe, de 28 años de edad, hombre larguirucho y de vigor casi sobrehumano; y Edmund Hillary, de 33, soltero, apicultor en Auckland, de casi dos metros de estatura, que calzaba enormes botas y que, según decía, practicaba el montañismo "por mera diversión". Luego se les agregó un veterano de cinco expediciones anteriores al Everest: Tensing Norkay, de 39 años, individuo de la tribu sherpa del Himalaya; aunque no sabía leer ni escribir, mostraba el aire inconfundible del hombre que sabe lo que vale. Mientras los demás componentes del equipo se ejercitaban en Gales y en Nueva Zelanda, Tensing subía y bajaba los cerros cercanos a su casa de la India, cargado con una mochila llena de piedras. "Esta vez lo voy a lograr", se juraba en silencio. "O lo hago o me muero."
 Durante la primera semana de marzo de 1953, los expedicionarios del Everest se reunieron en Katmandú, ciudad de templos y palacios situada en el boscoso valle de Nepal. Allí, se les agregaron Tensing y un médico, un fisiólogo, un camarógrafo y un corresponsal del Times de Londres, diario que había adquirido derechos exclusivos para publicar la crónica de la ascensión.


 Llegado el 10 de marzo, la expedición había emprendido la marcha de 270 km hacia el este, hacia el primer campamento base, establecido en el monasterio de Thyangboche. Engrosaban ya sus filas un grupo de sherpas experimentados, hechos a trabajar a grandes altitudes, y 350 porteadores entre los que se contaban algunas mujeres, que constituían un bullicioso complemento.
 Los montañistas de Hunt cruzaron el valle cubierto por las rojas flores del rododendro. Luego iniciaron el sinuoso ascenso de las montañas, doblaron hacia el norte y atravesaron Namcha Barwa, la pequeña capital de los sherpas. Un poco más arriba, a 4100 m, se alzaba el santuario budista de Thyangboche. En este punto, Hunt y sus compañeros armaron 20 tiendas de campaña.


 El monasterio, vasto edificio coronado por una perilla de oro, se levantaba entre campos de azules primaveras y bosques de enebro. Alrededor vagaban faisanes, perdices y almizcleros. Los monjes dedicaban el tiempo a destilar un licor de arroz con aroma de clavo, conocido como leche del lama, y a adorar a los dioses que habitan el Chomolungma. La cima del Everest se avistaba desde una eminencia y de su silueta triangular se levantaba una nube de nieve en polvo como un penacho de plumas.
 Dio comienzo entonces un periodo de riguroso entrenamiento y aclimatación que duraría tres semanas. A medida que los

 expedicionarios se aventuraban a alturas cada vez mayores, sus pulmones se expandían, se les tensaban los músculos, preparándose al asalto de la pared meridional de la montaña gigantesca. Los siete rasgos topográficos de esta pared les eran bien conocidos: el glaciar de Khumbu, ondulado y cubierto de morenas; la escarpada Cascada de Hielo; el Circo Occidental, valle de hielo entre el Everest y el Lhotse; la pared de éste, aterradora, casi vertical; el ventoso Collado del Sur, de 8000 m; el Pico del Sur, que se eleva a 8748; y, por último, la inmaculada cresta que lleva hasta la cumbre y que sólo se conocía por algunas fotografías aéreas.


 La aclimatación a alturas de 6000 m debía lograrse gradualmente. Los montañistas requerían tiempo para que su médula ósea formara más glóbulos rojos portadores de oxígeno. A más de 6000 metros se necesitaba respirar con tanques de oxígeno. La falta de este elemento causa náuseas, aceleración del pulso, visión nublada y peligroso aturdimiento. Hunt experimentaba con dos sistemas diferentes: el de circuito abierto, en el cual el aire exhalado se pierde definitivamente, y el de circuito cerrado, en el cual pasa por un filtro de cal y sosa cáustica que elimina el anhídrido carbónico para poder aspirar otra vez el aire, mezclado con oxígeno puro.


 En la tercera semana de abril el campamento base se había trasladado ya al glaciar de Khumbu, a una altitud de 5450 m. La cabecera del Khumbu, al pie mismo del Everest, es la formidable y cambiante Cascada de Hielo, de 600 m de longitud.Allí, Hillary, Lowe, Band y Westmacott se dedicaron a abrir una "escalinata" lo bastante firme para los sherpas cargados con pesados fardos. Era obra dificultosa y traicionera, complicada aún más por las ventiscas, los aludes y el lento avance de todo glaciar. Había moles de hielo del tamaño de una casa, y agujas como campanarios que sólo se podían salvar con escalas de cuerda. Era preciso valerse de pértigas y escaleras de aluminio para cruzar profundas grietas, demasiado anchas para franquearlas de un salto.


 El campamento 11, consistente en dos tiendas de un metro cada una, se estableció a mitad de la Cascada de Hielo, a 5900 m. A éste seguía el campamento 111, a 6150, y en breve se hicieron sentir los efectos de tales altitudes: confusión mental, entusiasmo decreciente. Fue allí donde James Morris, el corresponsal del Times, advirtió por primera vez que Hillary "tenía una vena de grandeza". Morris, que vio a aquel hombre vigoroso tallando gradas en el hielo sin descanso, pintaba su energía como "casi demoniaca". Hillary "exhalaba una vitalidad desbordante, elemental, contagiosa ... bajo esa energía y compañerismo mostraba una sutil gravedad".

Si no lograban llegar, Hillary y Tensing habrían de partir del Collado del Sur antes de 24 horas, recogiendo en su camino una tiendecilla y provisiones que Gregory y Hunt descargarían a 8500 m. La pareja debería establecer a continuación el campamento IX lo más cerca posible de la cima, para iniciar el asalto decisivo tras una noche de sueño reparador.
 El médico del equipo, Michael Ward, de 27 años de edad, fue el único que objetó el plan de Hunt. Se oponía a que el capitán ascendiera a aquella altura. Mejor que nadie, Ward apreciaba los reveladores surcos del rostro de Hunt. "Ya ha hecho usted más de la cuenta", le advertía a Hunt. r-ste le agradeció su interés, pero el plan original no sufrió alteración.
 A las 5 de la tarde siguiente Lowe comunicó por radio, desde la pared del Lhotse, que Band se encontraba enfermo y tendría que descender. Entre tanto, ayudado intermitentemente por Ward, Noyce y el sherpa Ang Nyima, Lowe continuaba metiendo clavijas en la pared del Lhotse, decidido a mantener una ruta abierta contra los fuertes vientos y las densas nevadas. Al concluir su obra, Lowe había pasado diez noches consecutivas a más de 7000 metros de altitud. Griffith Pugh, el fisiólogo, estaba inquieto por los posibles efectos que ello tuviera en el cerebro de Lowe. Su hazaña, declaró Hunt, "ha pasado a la historia del montañismo como un épico triun~ fo de la tenacidad y la destreza". Ya para terminar, contaría Noyce, Lowe se encontraba tan agotado que cayó dormido durante una de las comidas, con una sardina colgándole de la boca.


 El 21 de mayo, Noyce y el sherpa Annulla efectuaron la primera ascensión de la pared del Lhotse hasta el campamento Vlll, en el Collado. "En el curso de mi vida he estado en muchos sitios desiertos y salvajes", decía Tensing refiriéndose al lugar, "pero jamás en ninguno como el Collado del Sur. Es un llano abierto ... una desolación de roca y hielo castigada sin cesar por el rugido del viento."
 El primer intento para alcanzar la cima del Everest se hizo el 26 de mayo, partiendo del campamento VIII. El día previsto amaneció despejado y brillante. Evans y Bourdillon, equipados con oxígeno de circuito cerrado, emprendieron el ascenso de la enorme garganta nevada de más de 300 m de altura que conduce al Pico Sur del Everest. Ya entrada la mañana, los que estaban en el Collado vieron dos lejanas siluetas que trepaban con paso firme hacia el pico. En el campamento reinaba enorme agitación. George Lowe informó que sólo Tensing, por lo general inclinado a dar voces y a cantar en falsete cuando se sentía feliz, "había dejado de sonreír ... La idea de que cualquiera que no fuera Tensing llegase a la cúspide no le complacía."
 A la una de la tarde Evans y Bourdillon alcanzaron el Pico del Sur. Con sus 8748 m era el punto más alto jamás escalado por el hombre. Los dos montañistas anhelaban seguir adelante por la última crestería, que descendía precipitadamente antes de subir hasta la cima. Pero el día estaba muy avanzado, y Evans calculaba que tardarían cinco horas en llegar hasta allá y volver, aparte de las que necesitarían para regresar al Collado del Sur. Por añadidura, su provisión de oxígeno se agotaba, y se hallaban más rendidos de lo que se figuraban.
 Completamente exhaustos, descendieron parte de la garganta a trompicones y llegaron al campamento Vlll a las 4:30 de la tarde, "con el rostro cubierto de escarcha", escribía Hunt, "como seres de otro planeta".


 Esa noche la temperatura descendió a 253 C bajo cero. Apretujados en tres tiendas, sin suficientes aparatos de "oxígeno nocturno" para que pudieran dormir, todos pasaron una mala noche. "El viento azotaba el Collado", comentaría Lowe, "sacudiendo las tiendas, gimiendo, rugiendo y restallando incesantemente." Evans y Bourdillon amanecieron en malas condiciones, y Hunt tuvo que conducirlos hasta una altura inferior. Los fortísimos vientos continuaban machacando las tiendas, lo que obligó al segundo grupo de escaladores a postergar su intento hasta el siguiente día. El 28 amainó el viento y, a las 8:45 de la mañana, Lowe, Gregory y Ang Nyima se pusieron en marcha a fin de preparar la ruta garganta arriba. Una hora después Hillary y Tensing los siguieron. Iban provistos de oxígeno en circuito abierto, que Tensing prefería porque "no causaba tan mal efecto cuando se cerraba la llave de paso".
 Al mediodía, los escaladores y su grupo de apoyo se reunieron en una elevada cordillera. Continuaron adelante hasta una altitud de 8340 m donde recogieron la tienda y las provisiones allí descargadas por Hunt y Gregory dos días antes. Su cargamento les resultaba ya agobiante, pues pesaba entre 20 y 30 kilos. A las 2:30 de la tarde llegaron a una altitud de 8500 m aproximadamente. En este punto, las dos parejas se separaron.


 Hillary y Tensing ocuparon las horas siguientes en disponer una plataforma de dos metros (el campamento IX) bajo una escarpa rocosa para armar allí su tienda. El sitio resultaba incómodo por tener dos niveles, uno 30 cm más alto que el otro. No obstante los fuertes vientos que soplaban, los montañistas consiguieron asegurarlas sogas a unos tanques de oxígeno hundidos en la nieve circundante. Tensing preparó una cena de sopa caliente, sardinas, frutas en conserva descongeladas, dátiles, bizcochos, jalea, miel y enormes cantidades de té, asícomo una bebida compuesta de jugo de limón y azúcar en polvo, disueltos en agua tibia. A las 6 de la tarde se metieron en sus sacos de dormir: Tensing en el nivel inferior, y el larguirucho Hillary en el superior, donde se acomodó semitendido, semisentado. Tensing no olvidaría nunca las incomodidades de esa noche. "A oscuras", relató después, "charlamos de nuestros planes para el día siguiente. Luego, nos colocamos las mascarillas de oxígeno y tratamos de dormir. Dentro de nuestros sacos acolchados, llevábamos puesta toda la ropa. Pasaban las horas. Yo dormitaba y despertaba, dormitaba y despertaba. Y cada vez que despertaba, me ponía a escuchar. A medianoche el viento había dejado de soplar. Dios es muy bueno con nosotros, me dije."


 A las 3:30 de la madrugada Tensing se asomó a mirar fuera de la tienda. A la luz del alba se distinguía el monasterio de Thyangboche, a unos 4250 m más abajo del campamento IX. El sherpa abrigaba la esperanza de que los monjes estuviesen rezando por él y su compañero. Tras de hacer un rápido desayuno, los dos montañistas se encontraban listos para acometer la prueba más importante -de su vida. Pero cuando Hillary fue a coger sus botas, lo único que se había quitado, las halló completamente congeladas. Tardaron una hora en deshelarlas. Por fin, a las 6:30 de la mañana, los escaladores cubiertos con tanta ropa que sus extremidades parecían de hidrópico, conectaron el oxígeno y emprendieron el ascenso hacia el Pico del Sur. Tensing iría delante hasta que Hillary se sintiera seguro de sus botas.
 La cuesta estaba nevada y resbaladiza. En determinado momento Hillary cayó al suelo tan pesadamente que lanzó una exclamación, preguntándose en alta voz si no sería peligroso seguir adelante, a lo que Tensing contestó: "Como usted quiera." Sin que mediase otra palabra, ambos continuaron ascendiendo. No tardaron en encontrarse trepando por un filo cada vez más angosto hacia el punto donde Evans y Bourdilloti les habían depositado valiosos tanques de oxígeno. "Aquel estrecho filo conducía hasta una grandiosa y empinada ladera de nieve que llegaba al Pico del Sur", contaba Hillary. "Evans y Bourdillon habían subido por los peñascos de la izquierda, y descendieron por la cuesta nevada. Sus huellas apenas se veían, y ni una ni otra ruta nos agradaba. Analizamos la cuestión y optamos por la nieve. Comenzamos a ascender por escalones de unos 30 cm de fondo, cubiertos de una delgada costra de nieve formada por el viento y con muy poco espacio para valerse del piolet. La situación era deplorable, y, cuando me asaltaba el miedo, yo mismo me decía: '¡No hagas caso! Se trata del Everest, y tienes que correr riesgos.' Tensing parecía muy contrariado, pero no decía nada de regresar. Turnándonos en la delantera, avanzábamos lentamente. Un centenar de metros más arriba la subida se hizo menos pendiente, entre la nieve asomaban más rocas y nuestra tensión disminuyó."


 A las. 9 de la mañana Hillary y Tensing pisaron el Pico del Sur y vieron cómo se extendía frente a ellos la crestería final que llega a la cúspide. "Contemplábamos la cresta con cierta ansiedad, pues allí estaba el meollo de la ascensión ... Tanto Tom como Charles (Bourdillon y Evans) habían comentado las dificultades que presentaba, y no abrigaba yo grandes esperanzas." Ofrecía una vista "impresionante y aun aterradora", decía Hillary. "A la derecha, grandes y contorsionadas cornisas, y moles voladizas de nieve y hielo, se extendían cual dedos retorcidos sobre la caída vertical de 3000 m que mide el paredón del Kangshung. Cualquier intento de poner pie en tales cornisas sólo podría llevar al desastre. Desde las cornisas, la cordillera descendía bruscamente hacia la izquierda, hasta donde la nieve termina en la inmensa pared de roca que se eleva del Circo Occidental. Sólo parecía haber algo a nuestro favor: la fuerte cuesta nevada que se extendía entre las cornisas y los rocosos precipicios estaba cubierta de nieve probablemente helada y firme. Con nieve blanda tendríamos pocas esperanzas de avanzar por la crestería. Pero si lográbamos tallar escalones en aquella pendiente, conseguiríamos adelantar un poco."
 Por fortuna, la nieve estaba firme. Mientras Tensing le iba soltando cuerda, Hillary se aventuraba a lo largo de la cresta, abriendo pacientemente un escalón tras otro.

Los escaladores llegaron, cerca de las 10 de la mañana, a un obstáculo formidable que Hillary temía desde que lo observó por primera vez, con unos prismáticos, cuando estaban en Thyangboche. Era un gran peñasco, de unos 12 m de altura que de pronto juzgó "imposible de salvar para nuestras débiles fuerzas". No podrían escalarlo directamente por ser de paredes demasiado lisas, resultaba insalvable por la izquierda, y al lado derecho sólo había una profunda y angosta grieta entre la roca y una cornisa de nieve congelada. Comprimiéndose dentro de esta chimenea, Hillary fue clavando sus crampones hacia atrás en la nieve y asiéndose a todo intersticio que lograba encontrar, para ascender poco a poco a lo alto del peñasco y alcanzar un resalto seguro. Tensing lo siguió, y Hillary sintió "la vehemente seguridad de que ya nada podría impedirnos llegar a la cima". Y continuaron adelante, cortando gradas pausadamente, siempre ascendiendo la escarpa interminable.


 Hillary escribía: "Nuestro ardor del principio había desaparecido ya por completo, convertido en una torva brega. En esto, advertí que la cordillera., en vez de seguir ascendiendo monótonamente delante de mí, descendía bruscamente, y divisé allá abajo, a lo lejos, el Collado del Norte y el Glaciar de Rongbuk. Al levantar la vista vi un estrecho borde de nieve que subía hasta una cumbre nevada. Unos golpes más del hacha contra la dura nieve, y nos hallamos en la cima."
 Tensing lo describe así: "Un poco antes de la cumbre, Hillary y yo nos detuvimos. Los dos miramos hacia arriba. Y seguimos adelante. Seguimos subiendo despacio pero seguros. Y de pronto nos vimos allí. Hillary pisó la cumbre el primero, y yo después que él." Eran las 11:30 de la mañana de] 29 de mayo de 1953.
 La primera reacción de Hillary fue de profunda gratitud por no tener más peldaños que abrir. Tensing sonreía bajo la mascarilla de oxígeno. Ambos montañistas cambiaron un formal apretón de manos. Esto, sin embargo, no fue bastante para el gozoso sherpa. "Agité los brazos y luego se los eché al cuello a Hillary, y nos dimos palmadas en la espalda, hasta casi faltarnos el aliento a pesar del oxígeno." Tensing desplegó, atadas a su piolet, las banderas de las Naciones Unidas, del Reino Unido, la India y Nepal. A continuación se irguió en la cumbre, y Hillary lo fotografió.


 Cuando ambos tendían la mirada hacia abajo desde la cima del mundo, Hillary pensó en los. muchos montañistas que habían perdido la vida por querer encontrarse donde él estaba. Incluso buscó alguna señal de Mallory y de su compañero, Andrew Irvine, que rnurieran en la empresa, pero nada encontró. Tensing abrió un agujero en la nieve, y depositó una ofrenda de chocolate, caramelos y bizcochos para los dioses del Chomolungma. Hillary, por su parte, enterró un pequeno crucifijo blanco que alguien había enviado a Hunt por correo. Transcurrieron quince minutos, durante los cuales Hillary tomó algunas fotografías. En seguida, recordando que su provisión de oxígeno era limitada y tendría que bastarles para bajar desde la cúspide hasta el Pico del Sur, emprendieron el descenso, hundiendo los crampones con cuidado en los escalones tan laboriosamente abiertos durante su ascensión. Al cabo de una hora llegaban al Pico del Sur, donde recogieron los tanques de oxígeno guardados allí.


 Después de beber unos tragos de jugo de frutas, continuaron la marcha. Para entonces ambos montañistas se sentían fatigados en extremo. Un fuerte soplo de viento, un movimiento en falso podría precipitarlos de cabeza al glaciar de Kangshung, 3000 m más abajo. Consciente de ello, Hillary apisonaba cada escalón para que estuviera seguro antes de bajar.
 Pararon en el campamento IX para beber algo caliente, y allí cambiaron de tanques de oxígeno. Al ir abriéndose camino en su descenso por la helada garganta, podían ver allá abajo, a sus pies, las tiendas del campamento VIII, sacudidas por el viento. A unos 50 m del campamento esperaba George Lowe con sopa caliente para los escaladores, que ya sentían entumecidas las piernas. "¡Vaya! ¡Hemos vencido a ese endemoniado!", exclamó Hillary sonriendo.


 Al día siguiente el grupo victorioso descendió la pared del Lhotse para llegar al Circo Occidental, donde Hunt aguardaba noticias con gran impaciencia. De repente, alguien avistó a los escaladores, y una ansiosa muchedumbre salió de las tiendas. Cuando estaban a sólo 15 m del campamento, señaló Lowe hacia la cima agitando los brazos triunfalmente. Westmacott y Hunt se precipitaron al encuentro de los que volvían, y tras de ellos fueron Gregory con su gorro de borla, Bourdillon con los tirantes colgando, Evans con el sombrero vuelto hacia arriba. Hillary alzó el piolet en alto; Tensing mostraba una luminosa sonrisa. Todos se abrazaron y se estrecharon las manos, riendo y llorando a la vez.

martes, 15 de mayo de 2012

PAUL NASCHY

Fue dibujante para empresas discográficas y escritor de novelas de vaqueros; estudió Arquitectura y Ciencias Exactas -nunca acabó- y le encantaba levantar pesas -llegó a ser campeón de España-. Pero en la mente de Jacinto Molina Álvarez (o Paul Naschy) sólo había sitio para el cine. El lunes por la noche falleció a los 75 años, víctima de un cáncer, y ese mundo que había idolatrado desde que de niño vio Frankenstein y el hombre lobo le devolvió el cariño con millones de mensajes por Internet de sus fans.

Molina nació en Madrid el 6 de septiembre de 1934. Hijo de un peletero, en sus memorias, Cuando las luces se apagan, recordaba que la primera película de terror que vio era en realidad apta para todos los públicos: Blancanieves y los siete enanitos. "Y me dio tanto miedo la bruja que me hice pis en los pantalones". Probablemente en ese momento debió decidir que quien daría miedo sería él. Tras aparecer como extra en Rey de reyes y 55 días en Pekín, escribe el guión en 1968 de La marca del hombre lobo, de León Klimovsky, que además protagoniza. Comienza así su carrera y cuando el filme se estrena en Alemania, el distribuidor germano le obliga a cambiar el nombre. Nace así Paul Naschy. "Jamás me he arrepentido de ese cambio. Sería de desagradecidos renegar de él", confesaba Molina de su álter ego.

Hasta en 14 ocasiones Naschy encarnó al licántropo con su personaje de Waldemar Daninsky. "Me fascina. Es un monstruo muy humano y fatalista", aseguraba. Entre esta serie destacan La noche de Walpurgis (1971), Doctor Jekyll y el hombre lobo (1972) o Licántropo (1996). "Hacer de hombre lobo exige una gran fuerza física y capacidad de actuación. No hay nadie así en el cine español. Bueno, tal vez Javier Bardem".

 Trabajó constantemente, sin descanso, hasta completar más de cien filmes. "En los ochenta, con las dañinas subvenciones a fondo perdido, tuve unos años de parón. Ahora sólo me retiraría la salud", comentó en el estreno de School killer en 2001. Encarnó al conde Drácula, a la momia, a demonios, a zombies, a jorobados, a cualquier personaje que le resultara atractivo. "Me gusta el cine para soñar y ejercitar la imaginación, no para revivir los problemas diarios". En su espectacular tour de force El aullido del diablo (1987), llegó a interpretar a ocho personajes. De ahí su sobrenombre de "El Lon Chaney español", por su facilidad para las mil caras.

Pero reducir el talento de Naschy a ese apodo es olvidar que dirigió 14 películas (tenía la última, la 15ª, Empusa, a punto, tras retomar un rodaje que se interrumpió con la muerte el año pasado de su amigo y director Carlos Aured) y escribió 40 guiones. "Mi aportación a la historia de nuestro cine puede que haya sido pequeña, pero existe".

Y cómo. Todos los amantes mundiales del género del fantaterror (el cine fantástico y de terror) idolatraban sus películas y su figura. En persona, Molina era encantador, jovial, de mirada amable que sólo transformaba en volcánica en la pantalla, siempre atento con sus admiradores, muy musculoso -seguía yendo al gimnasio hasta sus últimos años-, dispuesto a trabajar en filmes de debutantes y a cultivar su leyenda. "La leyenda no la haces tú, la crean los demás. Así que no soy responsable de eso". Por su pasión, cuando los proyectos decaen en los setenta, tras filmes de terror como La rebelión de las muertas; Jack, el destripador de Londres o Una libélula para cada muerto, que mezcló con policiacos como El francotirador o Comando Txiquía, muerte de un presidente, Naschy empieza a trabajar con productoras japonesas, para las que dirige documentales culturales y películas con referencias niponas como La bestia y la espada mágica o El carnaval de las bestias.

Con la resurrección del género en España, los nuevos realizadores le llamaron para pequeños personajes, que él cuidó con su cariño habitual: School killer, Mucha sangre, Rottweiler o Rojo sangre. Además no cerró la puerta a filmes "más serios" como Octavia, La gran vida o Érase otra vez, el primer dogma español. Incluso mejoró su inglés para rodar en Hollywood, ya que en EE UU y Japón era famosísimo. El 22 de enero se estrenará su último trabajo, La herencia Valdemar.

Paul Naschy entró en el Hall of Fame del cine fantaterror junto a Tim Burton, recibió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes en 2001, fue homenajeado en los festivales de Sitges y de Oporto (el popular Fantasporto) y recibió el galardón Carl Laemme. La industria española nunca supo qué hacer con él, y en los últimos dos meses un movimiento en Internet había solicitado firmas para que recibiera el Goya de honor. Ya no habrá tiempo para remediar tamaño error.

GREGORIO BELINCHÓN

viernes, 11 de mayo de 2012

LAS MILICIAS USA Y EL ODIO


El movimiento de milicias es un movimiento político estadounidense no organizado de grupos paramilitares, que reclama legitimidad bajo la "Cláusula de las Milicias", la segunda enmienda a la Constitución de los Estados Unidos y otras disposiciones similares en las constituciones de los diferentes estados del país. El historiador Mark Pitcavage describe así el Movimiento de Milicias en la década de los 90:

El movimiento de milicias es un controvertido movimiento ultraderechista originado en los años 1990s. Heredó una tradición paramilitar de grupos anteriores, especialmente el conspiracionista y antigubernamental "Posse Comitatus". El movimiento de milicias proclama que sus grupos están avalados por la ley pero no controlados por el gobierno; de hecho, creen que son designados para oponerse a un gobierno tiránico. Sus adherentes piensan que detrás de la "dictadura" del gobierno hay una conspiración ultraderechista conocida como el Nuevo Orden Mundial. La ideología del movimiento ha llevado a algunos de sus miembros a cometer actos criminales, incluyendo acumulación ilegal de armas y explosivos y complots para destruir edificios o asesinar cargos públicos, junto a numerosos actos violentos y otros delitos menores

"Milicia", "milicia no organizada" o "milicia constitucional". son las expresiones con las que suelen referirse a sí mismos los miembros de estos grupos. Algunos, como el "Posse Comitatus", ya existían en la década de los ochenta del siglo XX.1 El movimiento se expandió rápidamente tras algunos enfrentamientos con agentes del Gobierno Federal en la década de los noventa, y a mediados de la misma existían grupos activos en todos los estados de ese país, con una membresía total estimada entre 20.000 y 60.000. Aunque estas organizaciones se hallan generalmente desconectadas entre sí les une la creencia en que el gobierno amenaza su libertad y mantienen una oposición común a cualquier limitación a la segunda enmienda, en especial el derecho establecido por dicha enmienda a portar armas.

El movimiento de milicias se relaciona con el conspiracionismo, el survivalismo y el llamado "movimiento patriótico" estadounidense, que reivindica la tradición de portar armas. Además de la existencia de grupos paramilitares previos, ciertos factores políticos y culturales contribuyeron a la difusión de percepciones libertarias extremas.

La "cultura de las armas" (gun culture) propia de las milicias es descrita por autores como Robert Spitzer como la herencia de dos elementos característicos de la temprana colonización del país: el espíritu de supervivencia basada en la caza y una mentalidad de vida fronteriza, resultando en una profunda creencia de que "las armas son tanto una parte como la fuerza indispensable de la existencia misma de EEUU". Según Richard J. Payne, esa cultura ha contribuído a la idea de que "el uso de la fuerza es algo virtuoso" y que "la negociación es una muestra de debilidad", sentimientos que se expresan en las relaciones entre individuos dentro del país y, para muchos, también en sus relaciones internacionales.

El desarrollo de las milicias fue estimulado en gran medida por algunos incidentes controvertidos, como el acaecido en Ruby Ridge en 1992 o la muerte en 1993 de Gordon Kahl en un tiroteo con agentes de policía local (Kahl entró en conflicto con el gobierno tras negarse a pagar impuestos, luego intentó formar un gobierno y sistema legal independientes. Cuando se le intentó arrestar, mató a dos miembros del Cuerpo de Alguaciles de Estados Unidos y huyó a Arkansas, donde murió durante otro intento de arresto y tras matar a otro policía). Especialmente polémico fue el caso de los davidianos en Waco, también en 1993. Todo ello generó una ola de reacciones airadas en los sectores ultraderechistas e identitarios de EEUU que desembocó en el Atentado de Oklahoma City en 1995.

Los milicianos ven a estos fallecidos como mártires y los usan para ejemplificar lo que consideran la tiranía y persecución gubernamentales. El resentimiento se acentúo con la promulgación, durante el gobierno de Bill Clinton, de la "Ley Brady" (1993) (prevención de la violencia armada) y la Prohibición Federal de Armas de Asalto (1994), regulaciones que según los milicianos son contrarias a la Segunda Enmienda. Muchos de los partidarios del lobby del derecho a poseer armas, antes reacios, empezaron a ver con simpatía algunas de las posiciones de las milicias. Los milicianos más radicales percibieron esas leyes como una tentativa de desarmar al pueblo norteamericano y un paso preliminar a una invasión por tropas de la ONU y el establecimiento del gobierno del Nuevo Orden Mundial.

Se pueden agregar las acusaciones efectuadas contra el entonces presidente Bill Clinton. Entre otras, la de usar ilegalmente el FBI para obtener información sobre individuos -demostrada falsa en el 2000-, las difundidas por David Brock en 1993, asegurando que Clinton habría utilizado a milicianos estatales para conseguir mujeres (posteriormente Brock se retractó) o las controversias acerca del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que supuestamente tendrían un efecto negativo en los niveles de empleo de EEUU. Se desató una verdadera campaña de difamación contra Clinton que le acusaba de estar ligado a muertes de críticos y asociados que "sabían demasiado". En septiembre de 1994 Frank Eugene Corder se inmoló estrellando un avión robado en el patio de la Casa Blanca. En octubre de ese mismo año Francisco Martin Duran disparó con un rifle contra el mismo edificio, siendo condenado a cuarenta años por tentativa de asesinar al presidente.

En el incipiente movimiento de milicias convergieron también sectores del fundamentalismo cristiano y el supremacismo blanco.

La revelación de que Timothy McVeigh y Terry Nichols (perpetradores del Atentado de Oklahoma) estaban ligados a grupos armados derechistas generó un creciente interés en estos grupos y se incrementó la vigilancia y presión policial sobre ellos, lo que a su vez atrajo a una nueva generación de milicianos.

En Marzo de 1996, agentes del FBI y otras agencias policiales rodearon una propiedad llamada Justus Township en Montana, perteneciente a los Montana Freemen (Hombres libres de Montana) que se habían declarado "independientes" y practicaban una forma de derecho consuetudinario basado en el cristianismo. Rechazaban el dólar impreso por la Reserva Federal y pagaban sus compras con "dólares libres" (cheques impresos por ellos mismos y sin fondos), lo que dio lugar al incidente.). Las autoridades siguieron una táctica de apaciguamento implementada a través de un "Grupo de Respuesta a Incidentes Críticos" (CIRG) dentro del Departamento de Justicia. y tras 81 días de negociaciones lograron que el líder del movimiento abandonara la propiedad y poco después la rendición del resto. Catorce de los "freemen" fueron procesados por usar cheques falsos por valor de varios millones de dólares y amenazas a un juez federal.

Otro incidente del mismo tipo sucedió en "Fort Davis" Tejas en 1997, cuando un grupo de la milicia de la República de Tejas proclamó la independencia de ese estado y tomó rehenes para demandar que los líderes del grupo fueran reconocidos como la autoridad legítima de la nueva república y la libertad de uno de esos líderes, Robert J. Scheidt, en arresto bajo acusación de posesión de armas ilegales. El jefe del grupo, Richard McLaren, declaró que se encontraban en "estado de guerra" con el gobierno. La propiedad fue rodeada por fuerzas de la policía local y estatal, junto a Rangers de Texas y el FBI. Después de una semana de sitio, los milicianos se rindieron y McLaren y otros cuatro fueron encarcelados.

En 2001 el movimiento de milicias entró en un período de abatimiento: con la excepción de la Conspiración terrorista de los supremacistas blancos (2002) -ligado a la "Orden Blanca de Thule" y la Conspiración del gas venenoso (2003) -por miembros de la "Milicia de New Jersey"- sus actividades "de resistencia" decayeron, y el movimiento paso de un auge -en 1996- de sobre 856 grupos a uno en el cual incluso la Milicia de Michigan -grupo del cual McVeigh y los hermanos Nichols habían abandonado por tener tendencia a la discusión en lugar de la acción- se desbandaron. Los elementos mas extremos de ese y otros grupos formando una nueva agrupación -the North American Militia- pero sus líderes - Brad Metcalf y Randy Graham- fueron posteriormente encarcelados por 40 y 55 años respectivamente -por terrorismo contra oficiales del gobierno y del servicio de impuestos- sin que el grupo actuara en su defensa.

Posteriormente parece que el movimiento esta experimentando un nuevo auge, con, a partir de 2009, un recrudecimiento de actos de terrorismo anti-semita y/o antigobierno individuales -por parte de miembros o asociados de milicias- y la formación -a principios de 2008- de los Hutaree, una milicia basada en Míchigan del "movimiento patriota cristiano". -de acuerdo al sitio web del movimiento "hutaree" significa "guerrero cristiano". - A diferencia de los grupos mencionados con anterioridad, los Hutarees poseen una motivación principalmente religiosa: la preparación para una batalla final contra las fuerzas del anticristo o "los enemigos".

De acuerdo a un reciente estudio del Southern Poverty Law Center (SPLC), esa recurrencia -el numero de Hutarees se triplico entre 2008 y el 2009 y el grupos similares se doblo en el mismo periodo - han sido inflamados por una "rabia" acerca de los cambios demográficos en el país -la expansión de la proporción de la población "no blanca", incluyendo la hispana, al mismo tiempo que la decadencia del protestantismo- la deuda publica (aumentada extraordinariamente durante el gobierno de Bush) los problemas económicos y una serie de iniciativas del presidente Barack Obama que han sido acusadas de socialistas o fascistas e incluso criminales en una retórica inflamatoria de parte de sus oponentes.

Como ejemplo de esa reanudación de las tácticas empleadas contra el gobierno de Clinton, pero ahora contra Obama se pueden citar las acusaciones de la Senadora Republicana Michelle Bachman y otros contra Obama de "comandar" un gobierno de gánsteres y thugs tratando al mismo tiempo de ligarlo a Clinton (La senadora ha alegado que "El ex presidente de los EEUU decidió que soy lo suficientemente importante como para eliminarme" ) Otros practicantes de esas políticas han acusado a Obama abiertamente de ser "un criminal" prontuariado, y a otros demócratas -tales como Nancy Pelosi- de ser y utilizar criminales a fin de suprimir la libertad de expresión, de ser un fascista o nazi, de no ser ciudadano de los EEUU, de ser un extremista musulmán con intención de permitir que Irán desarrolle sus propias armas nucleares -para que destruya Israel de ser un mentiroso habitual que miente incluso en cosas tan irrelevante como cuando dice haber asistido a cierto juego de fútbol cuando en realidad habría asistido a otro, de ser un dictador cuyas tentativas de buscar la reintegración los EEUU a la comunidad de naciones son en realidad una promoción de la conspiración del Nuevo Orden, proyecto en el cual Obama seria solo un instrumento del demonio

De acuerdo a los Hutaree, Javier Solana podría ser el anticristo. En la opinión de ellos, tanto la OTAN como la ONU y otras organizaciones internacionales son inimicas a los EEUU y conspiran -junto al gobierno de ese país y ayudados por las instituciones policiales- para destruir la Constitución de EEUU. Adicionalmente los miembros están influidos por visiones derechistas extremas, tales como las de Ron Paul, uno de ellos declarandose "un fanático" de ese personaje. y varios vídeos del movimiento se basan o sirven de plataforma para expresar las visiones de ese miembro del congreso.
MILICIA HUTAREE

Consecuentemente, y en la practica, el "enemigo" es el gobierno y las fuerzas de policía. Chuck Baldwin -pastor baptista, comentador y aliado político de Ron Paul- ha expresado un apoyo general a las tesis de los Hutaree, argumentando que "las enseñanzas de Jesús apoyarían y justificarían la muerte de policías (escogidos) al azar si esos policías apoyaran un gobierno que abusara sus poderes y que hubiese disparado el primer tiro." Tales abusos de poder y primer tiro habrían ya ocurrido y consecuentemente ya hay un conflicto entre el pueblo y el gobierno de EEUU.Adicionalmente Baldwin sugiere que el gobierno ha plantado "agentes provocadores" en las milicias a fin de justificar su represión. (Esta posición de que se esta justificado en ejercer violencia pero cualquier acto de violencia es debido a agentes provocadores ya sea agencias gubernamentales o -específicamente- "de Obama" se ha hecho comun entre estos sectores. Es una de las principales justificaciones de la aserción que "el gobierno" es quien ha disparado el "primer tiro", lo que ha llevado a algunos a sugerir que "los EEUU están al borde de una guerra civil" )

A fines de Marzo del 2010 nueve miembros de la milicia fueron arrestados por estar envueltos en una conspiración para asesinar varios policías y -posiblemente- civiles usando explosivos y armas de fuego ilegales.

Los hutarees fueron acusados de "conspiración sediciosa", tentativa de uso de "armas de destrucción masiva", "enseñar el uso de explosivos" y "posesión de armas de fuego durante un crimen violento". La acusación agrega que los hutaree planeaban "matar a un miembro no identificado de la policía local y posteriormente atacar a los policías que se congregaran para el funeral" utilizando "aparatos explosivos improvisados" del tipo "carga explosiva de penetración", lo que constituye el elemento que permite llamarlos "armas de destrucción masiva" de acuerdo a la ley de ese país.

La posición ideológica del movimiento de milicias puede ser descrita como una propuesta política que busca basarse en percepciones "constitucionalistas", conspiracionales y comunitarias.

Los grupos proclaman legitimidad basada en diferentes documentos constitucionales -particularmente la Segunda Enmienda a la Constitución de los EEUU- y las concepciones de algunos de los "padre fundadores" de EEUU acerca del derecho de una ciudadanía independiente para establecer sus propios sistemas de gobierno.

El aspecto comunitario se manifiesta como defensa de las libertades comunes de los ataque por parte de autoridades en general. Para algunos esto se percibe como demandando oposición a cualquier gobierno, dado que todo gobierno seria una tiranía. Otros buscan mas bien controlar al gobierno, promoviendo limitaciones tanto al poder del mismo, regulaciones (incluyendo financieras), impuestos, etc, que son percibidos como anticonstitucionales. En ese sentido, sus visiones son similares a las de la John Birch Society y otras organizaciones similares, incluyendo la de los "defensores de los derechos de los estados". Desde este punto de vista, medidas tales como el control de armas de fuego son consideradas no solo como anti constitucionales sino un movimiento hacia el fascismo o el socialismo impuesto por un poder centralizante.

Grupos tales como la Liga Antidifamación y el Southern Poverty Law Center sugieren que en el movimiento hay, por lo menos, un elemento implícito y generalizado de racismo, en la medida que esa "defensa de las comunidades", en la practica, significa "defensa" de aquellos que no son "nórdicos" y protestantes.

Este aspecto esta ejemplificado en el curioso caso de Leo Felton -uno de los envueltos en la Conspiración de los supremacistas blancos - cuyo padre se considera negro y su madre era de origen judío. Felton, condenado a prisión por atacar negros y judíos, explica que se unió a los supremacistas blancos -ocultando sus orígenes- durante su estadía en la cárcel -por un delito comun- debido a que se habría dado cuenta "que los blancos están bajo un continuo estado de sitio por gente de otras razas".

Otro ejemplo es el asesinato -en Mayo del 2009- de Raúl y Brisenia Flores -en Arizona- por miembros de la "Militiamen American Defense" -grupo escindido desde el Proyecto Minuteman - Los Flores fueron asaltados porque los miembros de la milicia habían decidido atacar "traficantes de drogas" para financiar sus actividades de "vigilancia en el desierto e investigaciones secretas con el animo de detener inmigración ilegal y trafico de drogas". Raúl Flores había guardado en su casa marihuana que pertenecía a uno de los miembros de la milicia. Brisenia tenia nueve años de edad.

El Proyecto Minuteman mismo puede ser considerado una expresión de esa percepción, al igual que la Ley SB 1070 o "Ley antiinmigrante en Arizona" - que permite la detención de "cualquier persona para verificar sus documentos de identidad en caso de que tengan una 'sospecha razonable' de que pueda ser un indocumentado" Se estima que "La medida podría afectar principalmente a miles de inmigrantes latinoamericanos que cruzan la frontera desde México y que son contratados por día en la calle."

Lo anterior esta ligado con el "cristianismo patriótico" o Identidad Cristiana, que sugiere que "el gobierno" ha abandonado los ideales de "libertad" y la "herencia cristiana" protestante (ver Anticatolicismo en los Estados Unidos) de los EEUU; por lo menos coludiendo con una "invasión" de no blancos y no cristianos. La generalización de esta percepción esta llevando al abandono de la teoría de EEUU como Crisol de razas y tiene o puede dar origen además de percepciones anticatolicas a algunas connotaciones antisemitas en la medida que -se alega- los judíos uilizan la inmigracion para socavar el poder y confianza de las mayorías blancas en Europa y América del Norte. (ver Kevin B. MacDonald).

Sin embargo Robert Churchill percibe el movimiento en general como diferenciable en dos sectores: el ala "de resistencia blanca", supremacista y racista, y el sector "constitucionalista", el llamado "movimiento milicias constitucionales" o libertario radical, cuyas motivaciones se centran alrededor de la oposición al poder político.
Otra posicion comúnmente asociada con el movimiento de milicias es la oposición a la creación del Gobierno Mundial, el que es generalmente visto por los milicianos como objetivo final de los esfuerzos gubernamentales para reducir su libertad.