martes, 17 de agosto de 2010

¿ESCRIBIÓ SHAKESPEARE SUS OBRAS?

Alrededor de ciento cincuenta años después de la muerte de William Shakespeare en 1616, muchas dudas comenzaron a emerger en el ámbito literario británico, sobre la autoría del dramaturgo a las obras y poesías atribuidas a su persona. El término “autoría shakespeariana” se refiere normalmente a la teoría de conspiración preponderada por los académicos que se mostraban reacios a creer en Shakespeare como compositor de la producción literaria que giraba a sus espaldas. Debe ser distinguida de los debates menos contenciosos que versan sobre lo que realmente Shakespeare escribió en el mundo colaborador del teatro isabelino.

El registro histórico muestra que desde 1590 a 1620, un buen número de obras y poemas fueron publicados bajo el nombre de 'William Shakespeare', y que la compañía que representaba las piezas teatrales incluía a un actor del mismo nombre. Este artista puede ser identificado como el William Shakespeare nacido en Stratford-upon-Avon, dado que este último dejó acciones en su testamento que iban destinadas al cuerpo actoral de la compañía londinense. También, la existencia de un monumento funerario en Stratford que lo proclama como escritor y que los poemas del First Folio le llaman el "Cisne de Avon", avalarían el prestigio del que gozó el autor ya en su tiempo. La visión tradicional del William Shakespeare de Stratford es aquella en la que el joven poeta deja su pueblo natal para trabajar en Londres y conseguir triunfar en el Teatro empezando desde el humilde puesto de quien abre la puerta de las carrozas.

Anti-Stratfordianos niegan esta versión y consideran que Shakespeare no contaba con la suficiente formación como para haber escrito las obras y los poemas que se le atribuyen. De esta forma, sostienen que Shakespeare, el actor de Stratford, era la máscara de otro autor que deseaba permanecer en el anonimato. El debate de autoría gira, pues, en torno a dos preguntas: ¿Era el Shakespeare de Stratford inhábil para escribir las obras teatrales que se le atribuyen y le merecieron su fama? Y en el caso de que así fuera, ¿quién pudo ser el autor que se ocultó detrás de su nombre?

Durante el siglo XIX, el candidato alternativo más popular fue Sir Francis Bacon, aunque la mayoría de los críticos del momento se mostraron refractarios a cualquier disyuntiva. El poeta norteamericano Walt Whitman manifestó su escepticismo cuando le dijo a Horace Traubel, "Estoy con vosotros, compañeros, cuando decís “no” a Shakespeare [...]: es a lo que puedo llegar. Respecto a Bacon, bueno, veremos, veremos."

A partir de 1980, Edward de Vere, cuyo caso fue abordado por John Thomas Looney en 1920, y Charlton Ogburn en 1984, fue otro presunto acreedor del amplio legado shakespeariano. El poeta y dramaturgo Christopher Marlowe ha sido asimismo catalogado dentro de la lista de las posibilidades, su temprana muerte en extrañas circunstancias anima la teoría Marlowe. Otros autores han sido propuestos, pero sin conseguir un número significativo de adeptos.

Actualmente, el canon en el mundo académico es que la autoría de las obras de Shakespeare está bien establecida, no dando relevancia a las dudas que se suscitan sobre esta autoría, considerándolas meras especulaciones.

Aquellos que cuestionan al William Shakespeare de Stratford-upon-Avon como autor de sus obras, se denominan a sí mismos anti-Stratfordianos, mientras que los que no cuestionan la capacidad del dramaturgo, en este sentido, son conocidos como Stratfordianos—aunque no se proclamen bajo este nombre, puesto a que dan por hecho la autoría shakespeariana.

Shakespeare habría muerto de fiebre, como consecuencia de su estado de embriaguez en febrero de ese mismo año, cuando celebró una reunión literaria con Ben Jonson y Drayton, dos editores de gran renombre.

Tras el incendio del Globe Theatre, muchos textos se perdieron, quedando en manos de distintos escritores, que se tomarían el trabajo de reescribirlos. Entre ellos figuraban los nombres de Fletcher y Donne, quienes se reunían con Shakespeare el primer viernes de cada mes. Obras como Enrique VIII, que ha sido atribuida al dramaturgo inglés, fueron redactadas en compañía de otros autores como el ya mencionado Fletcher.

Es bastante probable que Shakespeare fuera influenciado por allegados a su círculo intelectual, tal era el caso de Marlowe, Nash y Peele, señalados por los anti-Stratfordianos como posibles autores de las 36 epopeyas de la literatura universal que serían registradas en el First Folio, hacia 1623.

La mayor preocupación era la que concernía a la división de bienes por oportunas publicaciones. Algunos autores evitaban tener que pagar dividendos a otros colegas, por lo que se concentraban en editar sus obras bajo el nombre de un único hombre de letras. El decimoséptimo conde de Oxford, Edward de Vere (1550-1604), ha sido apuntado como el más fiable de todos los escritores que podrían haber escrito gran parte de las obras de Shakespeare. Poeta lírico y dramaturgo, a Edward no le interesaba el dinero ni el reconocimiento ajeno, por lo que terminó sumido en la pobreza al ceder sus derechos a la compañía Chamberlain, oportunidad de la que Shakespeare pudo haber sacado algún provecho. Vere temía, además, que la reina Isabel I le cancelara la renta anual de 1.000 libras que recibía para su propio mantenimiento; hecho que terminaría por concretarse una vez que la monarca tomara represalia en respuesta de las malas administraciones del conde.

El afamado John Lyly y el poeta Anthony Munday, bien pudieron haber contribuido con buena parte de la tarea del gran dramaturgo.

"Sakspere"—como se deletreaba originalmente—sólo ha dejado su huella en una serie de documentos de índole mercantil y judicial; algo que los grafólogos atribuyen a un hombre de nivel académico insuficiente.

Muchas reseñas biográficas sobre la vida del escritor isabelino han pretendido desestimar a una decena de presuntos coautores, elevando a Shakespeare a la categoría de los grandes de la literatura universal, posición que ocupan unos pocos como Cervantes, Homero, Dante, Virgilio, Sófocles, entre otros.

Thomas Looney, historiador británico especialista en literatura isabelina, puso de relieve la presunta autenticidad del autor del First Folio. El filósofo y médico neurólogo austríaco Sigmund Freud lo secundó en 1938, expresándole sus más sinceras felicitaciones y mencionando a Edward de Vere, como el verdadero y silenciado artista, responsable de gran parte del volumen literario de William.

Al club de los “anti-Stratfordianos” se sumó el ilustrado francés Voltaire, como lo demuestra su dura manifestación: "Los ingleses lo compararan con Sófocles. Era fecundo y sublime, es cierto, pero sin el menor gusto y sin el menor conocimiento de las reglas."

Exite una teoría que defiende que fue Francis Bacon quien creó las obras atribuidas a Shakespeare, y que este nombre sería un seudónimo con claves masónicas. La doble A (A.A) fue el código utilizado por Bacon para referirse a AthenA, conocida en la mitología griega como Pallas, Athena o Atenea, virgen, diosa venerada en las Escuelas de Misterios de Bacon, donde los iniciados juraban proteger su honor e ideales. Athena suele representarse con un casco sosteniendo una lanza en su mano derecha, dispuesto a matar una serpiente que repta a sus pies. Los antiguos griegos le dieron el apodo de Spearshaker (sacudidora de lanzas), porque cuando los rayos matutinos del sol caían sobre la lanza, la gente comentaba: "Atenea sacude la lanza de nuevo". Los iniciados de los hermanos rosacruces se llamaban a sí mismos, Spear-shakers y Bacon era su líder. W.F.C. Wigston, en su libro Bacon and the Rosacrucians, afirma que fue símbolo secreto de Bacon para declarar que era representante de los Spear-shakes bajo el nombre de Shake-speare, identificando al dramaturgo y al filósofo en una misma persona. Bacon empleaba las letras primera y última del nombre de Athena (A.A) como encabezado para marcar sutilmente ciertos libros relacionados con las órdenes secretas de los rosacruces y los masones. De este modo podía divulgar sus misterios personales. Otro aspecto del código (A-A) era que una de las "aes" se imprimía clara y la otra, en oscuro. Esto indicaba que aunque había muchas cosas claras y fáciles de entender en el libro que fuese, quedaban muchas otras en la sombra, que sólo podían descifrarse mediante la búsqueda. El nombre completo de Bacon construyó para aparecer el las páginas con los títulos de sus obras habría sido el de William Shakespeare , sin ninguna referencia a Stratford, asociado con un nombre similar (Shakspur). Existen razones para sospechar que el Shakspur de Stratford no tenía relación alguna con William Shakespeare , ya que este nombre tiene una función numerológica importante. Al examinar las pistas dejadas por Bacon, vemos que el año 1623 fue elegido intencionalmente para la publicación de un tomo completo de obras de teatro, por los estrechos vínculos de los números que lo componen con los nombres combinados de William Shakespeare y Sir Francis Bacon. En otras palabras, el número total de las letras de los dos nombres suma 33, el número críptico masónico.cita requerida

Dentro de los argumentos que se hallan a favor del dramaturgo, encontramos, en primera instancia, el de su padre John, alcalde de Stratford y promotor de las empresas teatrales ambulantes. William pudo entonces sentirse atraído por la comedia, como así lo atestiguan pequeñas referencias que aluden a su temprana carrera como actor, y que terminarían constituyendo su capacidad de narrar y el sentimiento que le llevó a escribir, tras atender al llamado de la reina Isabel I, que se encontraba en busca de nuevos talentos nacionales que pudieran competir a la par de las personalidades más destacadas del arte literario español.

Shakespeare comenzó su carrera, siguiendo muy de cerca a Wyatt y Surrey, de quienes adoptó algunos elementos que le valieron para la elaboración de sus primeros sonetos. Spenser también pudo haber sido un modelo a seguir por el autor, y escritores como Nashe y Marlowe extendían y modificaban algunos de sus pasajes. Robert Greene fue uno de los críticos que atacó más duramente a la obra de Shakespeare, mientras que Richard Field se encargó de publicar su primer gran trabajo: Venus y Adonis.

Ben Jonson, un destacado escritor del período jacobeo, sería su máximo defensor, al tiempo que Condell y Heminges consagrarían su esfuerzo con su primera edición del First Folio.

En el presente, las dudas siguen alimentándose de forma inversa al éxito de Shakespeare. Francis Bacon (1561-1626), político, filósofo, científico y hombre de letras sigue siendo el aspirante predilecto de la crítica. Uno de los aspectos negativos que más se ha sacado a relucir es el de las dificultades que tuvo el dramaturgo en acceder a una digna educación, con lo cual se haría difícil atribuirle tantas referencias intelectuales que encontramos en sus obras.

No obstante, quienes defienden la autenticidad de Shakespeare, lo hacen alegando que el no haber dispuesto de formación universitaria no sería excusa, puesto a que el autor tuvo acceso a libros que reflejaban los temas principales que explotaría más adelante en sus obras. Además, el que William no dispusiera de conocimientos de métrica no lo descalifica necesariamente, sino téngase en cuenta lo que diría su contemporáneo John Lyly: "El poeta nace, no se hace".

La muerte de Hamnet, su hijo menor, podría asimismo dar fe de la autoría de Shakespeare sobre "Hamlet", posiblemente dedicada a aquel.

domingo, 15 de agosto de 2010

LOS SERIALES DE BELA LUGOSI


Warning Shadow / The Whispering Shadow (La Aparición Siniestra-1933)
Mascot
Director: Al Herman y Colbert Clark
Guión: George Morgan, Colbert Clark, Wyndham Gittens, Howard Bimberg, Barney Sarecky y Norman Hall.

Reparto: Bela Lugosi (Adam Strang), Viva Tattersall (Vera Strang), Malcolm MacGregor, Henry B. Walthall, Robert Warwick, Roy D'Arcy, Karl Dane, Lloyd Whitlock, Robert Kortman, Lafe McKee, George Lewis, Tom London, Ethel Clayton, Jack Perrin y Norman Feusier.

Comentarios: El primer serial filmado por Lugosi se estrenó en 1933. Fue también su tercer filme para un estudio de los llamados Poverty Row (un sobrenombre que se le asignó a estudios como la Monogram y la Republic, productoras independientes con escasos presupuestos). La Mascot usualmente produjo seriales destinados a audiencias juveniles, los cuales nunca tuvieron la misma consideración que los largometrajes. Sin embargo en este caso Lugosi recibió una paga tres veces más onerosa que la de DRACULA.

The Return of Chandu (El Nigromante Infernal-1934)
Principal
Director: Ray Taylor
Guión: Barry Barringer

Reparto: Bela Lugosi (Dr. Frank Chandler/Chandu el Mago), Maria Alba (Princesa Nadji), Clara Kimball Young, Lucien Prival, Phyllis Ludwig, Dean Benton, Bryant Washburn, Peggy Montgomery, Wilfred Lucas, Cyril Armbrister, Elias Lazaroff, Dick Botiller, Murdock McQuarrie, Jack Clark y Joseph Swickard.

Comentarios: Estrenado en octubre de 1934 y basado en el serial radiofónico de Harry M. Earnshaw, Lugosi interpretaba al misterioso y romántico Chandu a lo largo de este serial en el que rescataba a la princesa Nadji (Maria Alba) y ganaba su amor. Es notorio que Lugosi había ya interpretado al villano en la primera versión fílmica del personaje (con Edmund Lowe como Chandu).

Shadow of Chinatown (Misterio en el Barrio Chino-1936)
Victory
Director: Bob Hill
Guión: Isadore Bernstein y Basil Dickey

Reparto: Bela Lugosi (Victor Poten), Joan Barclay, Herman Brix (luego Bruce Bennett), Luana Walters, Maurice Liu, William Buchanan, Forrest Taylor, Charles King, James B. Leong, Henry F. Tung, Paul Fung y George Chan.

Comentarios: Estrenado en 1936, yo considero este serial como el peor filme de Lugosi durante los años '30 y digno de entrar en la competencia junto a PLAN 9 FROM OUTER SPACE (1959) por el premio a la peor película jamás filmada. Producido por "Jungle" Sam Katzman, "célebre ávaro hollywoodense", el efecto del pobre presupuesto, la insignificante producción y el guión era como para convertir a THE WHISPERING SHADOW (1933) en una obra de gran calidad. Lugosi intrerpretaba al eurasiático Victor Poten, quien desea no solo destruir a las raza blanca sino también a la mongoloide. La actuación de Lugosi y la presencia sensual de Luana Walters (desafortunadamente no emparejada con habilidad actoral) eran los únicos encantos de esta producción, que en definitiva fue aburrida, repetitiva, barata y tonta.

The Phantom Creeps (El Monstruo Fatal-1939)
Universal
Director: Ford Beebe y Saul A. Goodkind
Guión: George Plympton, Basil Dickey y Mildred Barish

Reparto: Bela Lugosi (Dr. Alex Zorka), Robert Kent, Regis Toomey, Dorothy Arnold, Edward Van Sloan, Eddie Acuff, Anthony Averill, Edwin Stanley, Jack C. Smith, Roy Barcroft, Forrest Taylor, Karl Hackett, Robert Blair, Jerry Frank, Dora Clement, Hugh Huntley y Charles King.

Comentarios: Serial estrenado en agosto de 1939 y basado en una historia de Willis Cooper. Fue el último serial que filmó Lugosi. Su papel fue el de un científico que es conducido a la locura por haber causado inadvertidamente la muerte de su esposa. Los puntos de gran emoción ocurrían durante el primer episodio, cuando descubría el cadáver de su mujer. Luego, los siguientes episodios mostraban ya los típicos recursos de los relatos juveniles, con Lugosi dirigiendo un robot gigante, un ingenio arácnido explosivo y un cinturón "desvisualizador", siempre en orden de conquistar el mundo. Bojarski nota que "el obvio divertimento de Lugosi es tramar la mejor manera de dominar el planeta, y su entusiasmo es tan contagioso, que nosotros mismos también tiramos para él"

jueves, 5 de agosto de 2010

MOÁIS

Los más de 600 moáis conocidos tallados por los antiguos rapa nui están distribuidos por toda la Isla de Pascua. La mayoría de ellos fueron labrados en toba del volcán Rano Raraku, donde quedan 397 moáis más en diferentes fases de acabado. Todo indica que la cantera fue abandonada repentinamente, quedando estatuas a medio labrar en la roca. Prácticamente todos los moáis terminados fueron posteriormente derribados por los isleños nativos en el período siguiente al cese de la construcción.

En un principio, estas estatuas gigantes llevaban también unos copetes o moños de piedra roja, llamados pukao, que pesan más de 10 toneladas, que se extraían en el cráter de Puna Pau, a veces muy lejos de las estatuas. Además, después debían ser levantados a la altura debida para colocarlos sobre las cabezas.

En 1978, se descubrió que en las cavidades oculares se colocaban placas de coral a modo de ojos. Estos fueron retirados, destruidos, enterrados o arrojados al mar, en donde también se han localizado. Esto concuerda con la teoría que los mismos pobladores los derribaron, quizás durante guerras tribales.

Los primeros navegantes europeos que a comienzos del siglo XVIII llegaron a la Isla de Pascua no pudieron creer lo que estaban viendo. En esa pequeña área de tierra, descubrieron cientos de estatuas enormes sobre la superficie de toda la isla.El significado de los moáis es aún incierto, y hay varias teorías en torno a estas estatuas. La más común de ellas es que las estatuas fueron talladas por los habitantes polinesios de las islas, entre los siglos XII y XVII, como representaciones de antepasados difuntos, de manera que proyectaran su mana (poder sobrenatural) sobre sus descendientes.

Debían situarse sobre los ahus (plataformas ceremoniales) con sus rostros hacia el interior de la isla y tras encajarles unos ojos de coral o roca volcánica roja se convertían en el aringa ora (rostro vivo) de un ancestro.

Se cree que montañas enteras fueron removidas para su creación. La roca volcánica podía ser cortada con relativa facilidad con herramientas de basalto y obsidiana, dándoles su forma básica en la propia cantera. Posteriormente eran extraídas y semienterradas en las cercanías para ser esculpidos los detalles.

Aún más controvertida es la manera en que eran trasportados por la isla hasta su ubicación definitiva. No se sabe exactamente cómo eran trasladados, pero es casi seguro que dicho proceso exigió el uso de trineos o rodillos de madera. Una segunda teoría apunta a que fueron movidos balanceándolos con cuerdas: en 1986 Pavel Pavel, Thor Heyerdahl y el Museo Kon Tiki demostraron que una veintena de personas y algunas maromas eran suficientes para transportar una estatua de 9 toneladas.

Durante el verano del año 2000, un equipo arqueológico norteamericano descubrió datos que sugieren la utilización de máquinas complejas en la isla hace siglos. El geólogo Charles M. Love y un equipo de 17 estudiantes excavaron secciones de las tres principales carreteras que sirvieron para transportar las estatuas gigantes. Parte de estas carreteras fue excavada originalmente en el lecho de roca de la isla, formado principalmente de roca volcánica de un tipo conocido como pahoehoe.

Curiosamente, las carreteras no son planas sino que su sección muestra una forma característica en "V" o "U". Su anchura media es de 3,5 metros y se requiere un alto nivel de conocimiento ingenieril. En algunos tramos, las carreteras están flanqueadas por líneas de rocas.

Pero quizá lo más sorprendente es que estas rocas no están simplemente colocadas allí, sino encajadas en agujeros tallados en el lecho de roca que forma el suelo de la isla. Un detalle relevante es que este tipo de agujeros se da en los tramos en los que la carretera discurre cuesta arriba. El Dr. Love especula con la posibilidad de que estos agujeros fueran colocados allí para acomodar algún tipo de mecanismo ideado para ayudar a mover las gigantescas cabezas de piedra y salvar desniveles que, de otra manera, requerirían un notable esfuerzo.

Estos agujeros, así como la curiosa forma en "V" de las carreteras nos indican que aún existen importantes incógnitas sobre el sistema que emplearon los nativos de la isla de Pascua para erigir sus misteriosos moáis.

  • Todos los moáis fueron derribados de sus ahus (plataformas) en el siglo XVII. Desde 1956 unos pocos de ellos han sido restaurados.
  • Todos los moáis que estuvieron erigidos sobre sus ahus miraban al interior de la isla, excepto los siete situados en el Ahu Akivi, que al parecer representan a los siete exploradores que precedieron a los primeros colonizadores. Fue restaurado en 1960.
  • El Ahu Vinapu está realizado con técnicas de construcción semejantes a las incaicas como las de Cuzco.
  • El Moái Paro, es el moái más alto de entre todos los terminados, y se ubica en la plataforma Te pito kura, medía 11 metros y pesaba unas 80 toneladas. Actualmente se encuentra derribado y seccionado en tres partes.
  • En la cantera de Rano Raraku existe una estatua inconclusa de 21 metros.
  • El Ahu Tongariki es la mayor de las plataformas existentes con 200 metros de largo y 15 moáis sobre él. Fue restaurado entre 1996 y 1997.
  • Los moáis de la Isla de Pascua fueron candidatos para las Nuevas Siete Maravillas del Mundo y terminaron octavos en la votación.
  • En 1929 los habitantes de la isla le regalaron un moái al presidente Carlos Ibáñez del Campo, pero el mandatario se deshizo de él ya que cuenta la leyenda que un asesor le comentó que traía mala suerte.


lunes, 2 de agosto de 2010

NUESTROS AMIGOS LOS ANIMALES (3): PECES ABISALES

Hasta finales del siglo XIX no se creia que hubiera seres vivos en profundidades mayores a 2.000 metros.

Un siglo después, en 1977, los biólogos descubrieron que por debajo de los 2.500 metros existía una fauna más abundante de la que se pensaba: cangrejos gigantes, mejillones de 30 cm... Las masas de agua en los fondos abisales están calentadas por chimeneas hidrotérmicas que se abren en las partes inestables de la corteza terrestre.

Cuando se forma una de ellas, el agua del mar se introduce en la roca al rojo vivo y es expulsada, después de haber hervido a causa de la temperatura de la chimenea, a unos 420 grados centígrados. Esos medios rebosan vida.

A esa frofundidad no hay estaciones, ni turbulencias en el agua, y la temperatura es siempre la misma, aunque nunca es superior a 2 grados centígrados. Pero incluso ahí llega la energía solar en forma de "nieve del mar", que son los restos en descomposición de los organismos que habitan más arriba.

Son muchas, sin saber cuántas, las especies de predadores que allí nadan; su aspecto es a menudo monstruoso y, para atraer a sus presas, luminescente. También hay formas de vida que se basan en la existencia de aguas termales que se localizan a lo largo de las fracturas de la corteza terrestre, que son las dorsales oceánicas donde se produce de manera continua la materia que va a formar las placas continentales.
Las especies de las profundidades marinas, además, viven de una manera bastante diferente que sus hermanos de agua poco profunda. Por ejemplo, los peces abisales tienen un metabolismo mucho más pausado, y por ello tienden a vivir más tiempo y reproducirse más lentamente.

Peces bioluminiscentes

Generalmente, las especies que viven en las aguas abisales o en la capa de penumbra (capa superior de las aguas abisales) suelen ser bioluminiscentes, es decir, producen su propia luz, que pueden utilizar para atraer a sus presas (algunos peces tienen su órgano luminiscente dentro de la boca), para identificarse con otros ejemplares de su especie o para escapar de algún peligro. Tal luz está producida generalmente por una colonia de bacterias específicas que viven en el interior del pez.

Además, los peces que viven en la capa de penumbra tienen ojos muy desarrollados, no como los de la capa abisal, que suelen tener ojos pequeños y menos desarrollados.
La zona abisal es un área de profundidades mayores a 2.000 metros en la que reinan presiones de más de 200 atmósferas (> 200 kg/cm2), en oscuridad total y con un margen de temperaturas de -1 a 5 ºC. Puesto que no hay luz por debajo de aproximadamente los 600 metros, la fuente de energía primaria es una lluvia de materia orgánica de las aguas menos profundas, incluyendo cadáveres de peces u otros animales marinos muertos.

Asombrosamente, los animales que viven en la zona abisal son miembros de los mismos grupos que los que encontramos en las capas superiores. Así, hallamos pulpos, calamares, peces, moluscos, equinoides y gusanos. La diferencia es que estas formas abisales han desarrollado sistemas adaptados a su entorno y no les afectan las presiones tan enormes porque desde que nacieron sus órganos internos ya se hallaban sometidos a tales presiones, es decir, estaban en contacto con el medio y no han experimentado una diferencia de presión.

Características de los peces abisales

La mayoría de los peces abisales son pequeños y poseen cuerpos blandos y huesos pequeños, debido en parte a la ausencia de calcio, necesario para la formación de espinas, y de vitamina D, necesaria para unos huesos consistentes.

Las criaturas abisales tienden a tener bocas grandes, dientes largos y estómagos alargables. Estos peces deben ingerir la comida y tragarla, incluso si es más grande que ellos. Ya que la próxima comida puede tardar en llegar.