Acabo de llegar de Lisboa, una ciudad maravillosa, decadente, antigua y romántica, y aqui estoy tomandome una ginjinha en el establecimiento A Ginjinha Registada entre la Rua das Portas de Santo Anton y el Largo de Santo Domingo. Un cartel en la entrada afirma: "Es más fácil agarrar diez estrellas con una mano, hacer que el sol se enfríe y reducir el mundo a un engrudo, que encontrar una ginjinha con más virtud que la Ginjinha Espinheira". Aguardiente, guindas, azúcar, canela y cuatro meses de reposo. Esa es la fórmula mágica de la ginjinha, el guindado en España.
También me sorprendió que hubiera una casa de huéspedes para nosotros:
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