Cualquiera con un mínimo de cultura debería conocer a Edgar Allan Poe, escritor norteamericano, poeta y autor de numerosos relatos de terror que fueron los que, a la postre, le darían la inmortalidad (amén de poemas realmente célebres como El Cuervo, o Annabel Lee). Alcohólico, adicto a todo tipo de sustancias, Poe llegó a este mundo en 1809 en Baltimore (EEUU), para dejarlo sólo 40 años después azotado por la depresión y el delirium tremens. Para la historia de la literatura gótica y romántica quedarían piezas como El Barril De Amontillado, Ligeia, Berenice, o La Caída de La Casa Usher (para los no iniciados en su obra, existen numerosas antologías que recogen muchos de esos relatos).
Unos 80 años después de la muerte de Poe –exactamente en 1926- nace en Michigan (EEUU) Roger William Corman, más conocido como Roger Corman a secas, un apasionado del Séptimo Arte que a lo largo de su larguísima carrera, que aún continúa, ha dirigido más de 50 películas, producido más de 300, participado como actor en unas 30, y sido el maestro e introductor de gigantes del celuloide como Francis F. Coppola, Martín Scorsese, Jack Nicholson, o Peter Bodganovich. El gran problema de Corman quizá haya sido ese mismo: su asombrosa capacidad de trabajo, el no poder estarse quieto. Lo que ha llenado su currículo de títulos y proyectos no del todo recomendables (la inmensa mayoría pasto de la Serie B). Pero pertenece a una época en la que los directores de cine trabajaban a destajo, y no dejaban pasar 5 o 6 años entre película y película. La capacidad de producción de alquien como Corman hoy es algo dificilísimo de encontrar. Tan sólo Woody Allen parece mantener un ritmo incansable de película y media por año. Pero centrémonos en el motivo por el cual Roger Corman está hoy en esta página: su vinculación con la obra de Edgar Allan Poe. Dicho queda que, en conjunto, la obra de Corman como director lo tendría difícil para alcanzar el aprobado; pero en la década de los 60’s, la más prolífica para él con diferencia, intercaló entre su habitual producción a medio camino entre lo fantástico y lo terrorífico (a destacar La Pequeña Tienda de Los Horrores, y El Hombre Con Rayos X En Los Ojos) más de media docena de adaptaciones cinematográficas de relatos de Poe. El periplo comenzó con La Caída de La Casa Usher , y siguió con títulos como El Cuervo, o La Tumba De Ligeia. En todos demostró un respeto casi solemne por la obra de E. A. Poe, sin recurrir a estridencias, recreando lo leído entre las páginas del escritor norteamericano con absoluta delicadeza y buen gusto y, lo más sorprendente (o quizás no tanto): llevando todo esto acabo con presupuestos ridículos que, en ocasiones, le obligaron a aprovechar el vestuario y los decorados de otras producciones anteriores. Después entraré a comentar un poco más a fondo cada una de estas joyas.
Para 6 de las 7 adaptaciones de Poe que realizó, Corman contó con la presencia del que podemos decir que fue su actor fetiche: Vincent Price. También norteamericano (Missouri, 1911), Price forma parte de esa hoy extinta raza de actores a la que pertenecieron nombres como Lawrence Olivier, o John Gielgud; de marcada herencia teatral, afectados e histriónicos. Cuando los actores eran actores, y no tu vecino del quinto. Cuando su pronunciación y su acento eran refinados y claros, cuando la voz era lo más importante, por encima de los ojos verdes o la cabellera rubio platino. Quizá Vincent Price no tenga el estatus de Olivier, Gielgud, o Charles Laughton; quizá no esté tan mitificado, y quizá con razón: desde sus comienzos quedó encasillado dentro del cine de terror, y dentro de su filmografía hay pocas obras maestras intemporales, pero nadie podrá poner en duda jamás su enorme talento, y lo magnético de su presencia en pantalla. Su caso es paralelo al de otras leyendas del cine de terror como Bela Lugosi, Boris Karloff, Lon Chaney, o Christopher Lee: grandísimos actores que cometieron el error (o alguien lo cometió por ellos) de no diversificar sus carreras. Vincent Price participó en más de 130 películas, siendo sus colaboraciones con Roger Corman algunas de las más celebradas. Al margen de estas, podríamos destacar su trabajo en El Abominable Dr. Phibes, The Conqueror Worm, Los Crímenes del Museo de Cera, o la más reciente Eduardo Manostijeras (Price siempre fue uno de los ídolos de Tim Burton, quien le rescató para la ocasión). Nuestro querido Vincent Price fallecía en Los Ángeles en 1995 víctima de un cáncer de pulmón.
Y ahora que los más despistados conocen un poco mejor a nuestros tres protagonistas entremos un poco más en profundidad en cada una de las obras que implicaron a esta Santísima Trinidad del cine de terror. Empecemos, cómo no, por el principio:
Unos 80 años después de la muerte de Poe –exactamente en 1926- nace en Michigan (EEUU) Roger William Corman, más conocido como Roger Corman a secas, un apasionado del Séptimo Arte que a lo largo de su larguísima carrera, que aún continúa, ha dirigido más de 50 películas, producido más de 300, participado como actor en unas 30, y sido el maestro e introductor de gigantes del celuloide como Francis F. Coppola, Martín Scorsese, Jack Nicholson, o Peter Bodganovich. El gran problema de Corman quizá haya sido ese mismo: su asombrosa capacidad de trabajo, el no poder estarse quieto. Lo que ha llenado su currículo de títulos y proyectos no del todo recomendables (la inmensa mayoría pasto de la Serie B). Pero pertenece a una época en la que los directores de cine trabajaban a destajo, y no dejaban pasar 5 o 6 años entre película y película. La capacidad de producción de alquien como Corman hoy es algo dificilísimo de encontrar. Tan sólo Woody Allen parece mantener un ritmo incansable de película y media por año. Pero centrémonos en el motivo por el cual Roger Corman está hoy en esta página: su vinculación con la obra de Edgar Allan Poe. Dicho queda que, en conjunto, la obra de Corman como director lo tendría difícil para alcanzar el aprobado; pero en la década de los 60’s, la más prolífica para él con diferencia, intercaló entre su habitual producción a medio camino entre lo fantástico y lo terrorífico (a destacar La Pequeña Tienda de Los Horrores, y El Hombre Con Rayos X En Los Ojos) más de media docena de adaptaciones cinematográficas de relatos de Poe. El periplo comenzó con La Caída de La Casa Usher , y siguió con títulos como El Cuervo, o La Tumba De Ligeia. En todos demostró un respeto casi solemne por la obra de E. A. Poe, sin recurrir a estridencias, recreando lo leído entre las páginas del escritor norteamericano con absoluta delicadeza y buen gusto y, lo más sorprendente (o quizás no tanto): llevando todo esto acabo con presupuestos ridículos que, en ocasiones, le obligaron a aprovechar el vestuario y los decorados de otras producciones anteriores. Después entraré a comentar un poco más a fondo cada una de estas joyas.
Para 6 de las 7 adaptaciones de Poe que realizó, Corman contó con la presencia del que podemos decir que fue su actor fetiche: Vincent Price. También norteamericano (Missouri, 1911), Price forma parte de esa hoy extinta raza de actores a la que pertenecieron nombres como Lawrence Olivier, o John Gielgud; de marcada herencia teatral, afectados e histriónicos. Cuando los actores eran actores, y no tu vecino del quinto. Cuando su pronunciación y su acento eran refinados y claros, cuando la voz era lo más importante, por encima de los ojos verdes o la cabellera rubio platino. Quizá Vincent Price no tenga el estatus de Olivier, Gielgud, o Charles Laughton; quizá no esté tan mitificado, y quizá con razón: desde sus comienzos quedó encasillado dentro del cine de terror, y dentro de su filmografía hay pocas obras maestras intemporales, pero nadie podrá poner en duda jamás su enorme talento, y lo magnético de su presencia en pantalla. Su caso es paralelo al de otras leyendas del cine de terror como Bela Lugosi, Boris Karloff, Lon Chaney, o Christopher Lee: grandísimos actores que cometieron el error (o alguien lo cometió por ellos) de no diversificar sus carreras. Vincent Price participó en más de 130 películas, siendo sus colaboraciones con Roger Corman algunas de las más celebradas. Al margen de estas, podríamos destacar su trabajo en El Abominable Dr. Phibes, The Conqueror Worm, Los Crímenes del Museo de Cera, o la más reciente Eduardo Manostijeras (Price siempre fue uno de los ídolos de Tim Burton, quien le rescató para la ocasión). Nuestro querido Vincent Price fallecía en Los Ángeles en 1995 víctima de un cáncer de pulmón.
Y ahora que los más despistados conocen un poco mejor a nuestros tres protagonistas entremos un poco más en profundidad en cada una de las obras que implicaron a esta Santísima Trinidad del cine de terror. Empecemos, cómo no, por el principio:
- La Caída de La Casa Usher (House Of Usher, 1960): No se puede reprochar a Corman que tuviera mal gusto a la hora de elegir la que sería la primera de sus adaptaciones de Edgar Allan Poe. La Caída de La Casa Usher reúne algunas de las constantes en la obra más oscura de Poe: personas que son enterradas vivas, castillos en franca decadencia, telarañas, pasadizos, muertos que vuelven a la vida, espectros, y un ambiente dominado por cierta influencia maligna e insana. Un caballero (Mark Damon –nada que ver con el infame Matt-) llega al castillo donde reside su amada (Miran Fahey) y el hermano de ésta (Vincent Price). Tiene intención de llevársela con él, pero pronto comprenderá que no va a ser posible. Su querida Madeline ha muerto, según su hermano, aquejada de una extraña enfermedad. No os contaré más del argumento, porque no es mi intención destrozaros la película a quiénes no hayáis tenido ocasión de verla. Sólo decir que en House Of Usher Vincent Price nos da muchas de las claves de los que serán sus futuros trabajos al lado de Roger Corman, y con Poe vigilante desde otra dimensión. Dado que su personaje en esta película sufre de un raro padecimiento que agudiza sus sentidos y le hace padecer horribles torturas, Price despliega todo su arsenal de afectación y declamaciones, para bordar la figura de Roderick Usher. Para la gran mayoría ésta es la mejor de las adaptaciones de Edgar Allan Poe que firmó Corman, y no seré yo quien lo ponga en duda.
- El Péndulo De La Muerte (Pit And The Pendulum, 1961): Otra secuencia inicial con un caballero llegando a un típico castillo capaz de poner los pelos como escarpias al más pintado. En esta ocasión nadie busca a su amada perdida. No, Francis Barnard (John Kerr) llega al encantador Castillo –situado en algún punto de la geografía ibérica- en busca de su hermana muerta, con la intención de regresar a Londres con el cadáver de ésta. Vincent Price es Nicholas Medina, viudo de la difunta (Barbara Steele, otra habitual del género); un hombre amable, generoso y hospitalario, que esconde un terrible secreto en su árbol genealógico que se revelará al perder por completo la cabeza y adquirir la personalidad de su difunto progenitor: el sádico Sebastián Medina (para saber el por qué tendréis que ver la película).En esta ocasión Don Vicente nos regala dos personajes por el precio de uno. Demostrando que actuar consiste en “convertirse en...”, sin más. Unos son capaces de hacerlo, otros no. Es así de simple. En cuanto a la película en sí, supongo que con semejante texto entre manos se hace mucho más facil el llegar a buen puerto; pero aún así hay que saber hacerlo. Corman emplea algunas técnicas bastante artesanales, como filtros de color, deformaciones de las imágenes, que le dan al film su toque original.
- Historias De Terror (Tales Of Terror, 1962): El adicto al trabajo de Roger Corman ni siquiera esperó a que terminase el año 62* para volver a la carga con sus adaptaciones de Poe. Y lo hizo por todo lo alto: no una, sino cuatro son las historias que reunió en Historias de Terror; en concreto Morella, El Gato Negro, El Barril De Amontillado, y El Caso Del Señor Valdemar. No entraré a comentar el argumento de cada una de ellas, para no hacer esto más tedioso de lo estrictamente necesario. Sólo deciros que se trata de relatos bastante cortos de Poe, todos adaptados con la maestría ya demostrada en las dos películas anteriores. Dentro de Historias de Terror está la que es, para mí, una de las historias más terroríficas de Poe: Valdemar. Se recomienda el visionado de ésta (y por qué no, de las anteriores) con todas las luces de la casa debidamente apagadas. Vincent Price aparece tres de los cuatro relatos. Es el altivo, amanerado y arrogante Fortunato, en El Barril De Amontillado; el temeroso Locke, en Morella, y el aterrador Valdemar en El Caso De... Para Historias de Terror Corman contó con la colaboración de otros dos pesos pesados de la historia del cine: Peter Lorre (M, Casablanca, El Halcón Maltés) y Basil Rathbone (el más universal de todos los Sherlock Holmes que ha dado la gran pantalla). Cuatro historias para pasar un poco de miedo en estas larguísimas noches de verano.
*Previamente había rodado La Obsesión (The Premature Burial, 1962), pero en esa ocasión contó con Ray Milland como protagonista, y es por ello que no voy a comentarla aquí, a pesar de que es otra maravillosa película que, por supuesto, recomiendo.
- El Cuervo (The Raven, 1963): Tenía mis dudas acerca de reseñar El Cuervo en este artículo. Y la explicación es bien sencilla: no proviene de un relato (como apuntaba en la introducción de Poe, El Cuervo es uno de poemas más famosos –bellísimo, además-), y tampoco es un film de terror. El Cuervo pertenece a ese subgénero del terror cómico, o la comedia de terror, como prefiráis. En realidad es una parodia, y una adaptación bastante libre de los versos de EAP. Y lo de parodia no lo digo gratuitamente: los dos personajes principales, interpretados por Vincent Price y Su Alteza Boris Karloff, son pura mofa de los personajes que estos dos titanes solían recrear. Eso sí, no es una coña al estilo Abrahams & Zucker, o Mel Brooks, se trata de algo muchísimo más delicado y nada burdo (Corman jamás maltrataría un texto de su adorado Poe). Dos brujos enfrentados (Price y Karloff dando lo mejor de sí mismos, que es muchísimo), y un tipo al que han convertido en cuervo (genial Peter Lorre). Contra todo pronóstico, El Cuervo volvería a ser motivo de risas décadas después en cierto episodio de Los Simpsons... Nunca más, nunca más, nunca más...
- La Máscara De La Muerte Roja (The Masque Of The Red Death, 1964): Año nuevo, adaptación nueva. Vincent Price encarna al Príncipe Próspero, un tiranuelo malvado y despiadado, carente de alma, y adorador de Satán, que se encierra en su Castillo (esta vez reluciente y muy colorido) junto con algunas de sus amistades para tratar de escapar a la temible Muerte Roja (una especie de enfermedad terriblemente contagiosa del medievo). Acompañado de la espectacular y neumática Hazle Court, Vincent Price ejerce de perfecto hijo de perra como nadie. Arrogante, cínico, sarcástico... Price sabe como matizar cada frase con un alzamiento de cejas, o con un movimiento de manos. Impagable. Hay quien ve en La Máscara atisbos de plagio a Bergman y su Séptimo Sello. Sí, hay similitudes; pero en todo caso deberíamos preguntarle a Bergman en qué se inspiró para su película, si había leído o no a Poe. De todas formas, son películas que están en espectros totalmente opuestos del arte cinematográfico. Corman siempre se ha dedicado al cine como espectáculo y entretenimiento; mientras que Bergman lo ve como una manera de exteriorizar las neuras y las preguntas existenciales que asaltan a algunos terráqueos (entre ellos a él, supongo).
(Nota: En La Máscara De La Muerte Roja Roger Corman introdujo partes de otro relato de Poe, Hop Frog; encajándolo a la perfección dentro de la trama principal).
- La Tumba De Ligeia (Tomb Of Ligeia, 1965): Y el círculo se cerró. Aquí termina la conjunción planetaria que unió a Edgar Allan Poe, Roger Corman, y Vincent Price a lo largo y ancho de 6 películas. Todo acaba tal y como empezó: una mujer que vuelve del más allá para atormentar a quien la quiso en vida. Price es el marido atormentado, y a nadie sorprenderá que, después de 6 colaboraciones todo fuera como la seda tanto para él como para la película en conjunto. Si se me permite, ésta es mi preferida de toda la docena, junto con algunas partes de Historias de Terror.
Como dato final, deciros que Vincent Price quedó en cierto modo estigmatizado por sus interpretaciones de personajes de Poe, pues a los que dio vida a las órdenes de Roger Corman debemos sumarles otros títulos tales como The Conqueror Worm (que tenía retazos de cierto poema de EAP) o The Oblong Box (basada en el relato del mismo título).
Eso es todo. Sobra decir que la principal justificación para un artículo como este es dar a conocer a los neófitos estas joyas (a veces semi-ocultas) del cine de antaño. Por supuesto es imprescindible disfrutar de ellas en su versión original, ya que no tiene sentido ver a Vincent Price en pantalla y no escuchar su voz (con todos mis respetos para los excelentes dobladores que ha dado este país). La mayoría están editadas en DVD (con las múltiples opciones de lenguaje que ofrece ese formato), y también, para los piratillas, pueden descargarse a través de Internet. Aquí nos despedimos. Espero que hayáis disfrutado del viaje.
Enrique Campos
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