viernes, 5 de septiembre de 2008

TRANSILVANIA


En Julio de 2007 estuve en Transilvania, región de Rumanía de la que tenemos una imagen importada de las películas de Drácula que no se ajusta para nada a la realidad. Lo cierto es que es una zona muy tranquila, con unos paisajes preciosos y unas ciudades encantadoras.

La primera ciudad en la que estuve fue en Tirgu-Mures (ciudad de mayoría húngara), dónde está el aeropuerto (mini aeropuerto), dónde no paré prácticamente nada, en la estación de autobuses cogimos un bus hasta la primera ciudad donde paramos, Sibiu, en aquel momento capital europea de la cultura. Fundada por colonos alemanes como Hermannstadt (sale en varias películas de la Hammer con el gran Peter Cushing). Típica ciudad sajona, en 2004 el casco antiguo de la ciudad ha entrado a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La Piata Mare es la plaza principal de la ciudad, donde se ven las casas con los áticos en forma de ojos que resultan muy curiosas.




Después de coger un tren más o menos decente, nos plantamos en Brasov, otra ciudad preciosa, con mucho ambiente y en esos días un calor sofocante. Allí está la Piata Sfatului dónde se encuentra la famosa iglesia negra. Cerca de Brasov está el castillo de Bran, conocido como castillo de Drácula y gran decepción para el que espera encontrarse con la más remota mención al Conde. Aquí la Piata Sfatului.



El siguiente tren, que tenía hasta pulgas nos dejó en Sighisoara, un pequeña y antiquísima ciudad en plenos cárpatos Transilvanos, dónde se encuentra la casa donde vivió el padre de Drácula (hoy convertido en un buen restaurante), y la famosa Torre del Reloj. Una ciudad que parecía sacada de una película expresionista alemana del estilo el Gabinete del Doctor Caligari.


Después de tres días por allí, otro bus para Tirgu-Mures y avión para España. Rumanía un gran desconocido, aún sin explotar turísticamente (y eso se agradece) pero con una gran variedad de paisajes y una gente amable y colaboradora en todo momento.

2 comentarios:

  1. Nunca he ido a Transilvania, pero tuvo una novia de allí, una chica muy maja a la que conocí el verano pasado en Amnesia, Ibiza. Era gogó y no pude dejar de visitarla durante todo el verano. Recuerdo que la presentó el dueño de la célebre discoteca y que me quedé prendado de ella. También recuerdo que tenía un paladar nefasto (un amigo ya me había dicho que en Rumanía se come fatal, que toda su gastronomía se basa en la sopa y en todas las porquerías que echan dentro) y que siempre hablaba de su tierra con añoranza. Con respecto a Drácula y su castillo, decía que era una mierda. Literalmente.

    Un saludo.

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  2. Sin embargo, debo decir que yo, en Transilvania, comi muy bien. Claro que, a lo mejor, es en los restaurantes, no sé cómo se comerá en las casas particulares. Respecto al castillo de Drácula, es cierto, pero en Rumanía no quieren ni oir hablar del tema del Drácula vampiro.
    Un saludo.

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